POLICIA
Controlan a unos 10 mil presos de distintos sexos

Mujeres ya están al frente de las cárceles bonaerenses más temidas

Una de ellas es la jefa del Complejo de Olmos, uno de los más violentos de la provincia. Otras diez dirigen unidades con mucha complejidad.

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Diez jefas en la mítica cárcel de Olmos De izquierda a derecha: Norma Díaz (Unidad 8); Marina Altamirano (Unidad 25); Norma Puccia (Complejo de Olmos); Norma Moracci (integrante de la plana mayor); Claudia Díaz (Complejo Este); Andrea Manzolido (Unidad 26); Cristina Córdoba (Unidad 34); Liliana Casado (subdirectora General de Coordinación); María González (Unidad 33) y Cecilia Suárez (directora de la ex Unidad 29). | Cuarterolo

La cárcel de Olmos es la más poblada del país y una de las más antiguas de la provincia de Buenos Aires. Tiene seis plantas y 72 pabellones. Se inauguró en el año 1938 para albergar a 1.500 detenidos, pero en la actualidad hay más de 2.500.

Las condiciones de alojamiento no son las mejores y la sobrepoblación genera focos de conflicto casi permanentes. Las celdas son colectivas y en algunos pabellones hay cerca de sesenta presos. La convivencia no es fácil, y evitar desbordes tampoco.

La seguridad de la Unidad Nº 1 y de las otras tres que forman parte del Complejo Penitenciario de Olmos está a cargo de una mujer, algo impensado hace no mucho tiempo.

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La reciente designación de la inspectora mayor Norma Puccia es el ejemplo más claro de un cambio histórico en la fuerza y el fin de un paradigma que está grabado a fuego en una de las paredes del acceso al penal más antiguo de la Provincia. Allí cuelgan los retratos de todos los jefes que pasaron por esta unidad y todavía no está el de una mujer.

Puccia es la máxima autoridad del complejo desde octubre pasado. Su ascenso es una muestra del nuevo rol que ocupa el género femenino en el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

"No puede haber una diferencia por una cuestión de género, eso es irrelevante", señaló Norma Moracci 

En la actualidad, catorce mujeres ocupan cargos jerárquicos importantes dentro de la fuerza. Once están al frente de distintas unidades penitenciarias y una forma parte de la Plana Mayor del SPB: Norma Moracci, que es la directora general de Institutos de Formación y Capacitación.

En la órbita del SPB se alojan 42.240 internos distribuidos en 56 cárceles. Las mujeres jefas tienen bajo su guarda a 10.651 presos.

María del Valle Nieva es secretaria de Coordinación del Complejo Penitenciario de Magdalena (Unidades 28, 35, 36 y 51) y es la que más internos tiene a su cargo: 3.560.

La siguen Puccia con 3.076, y Claudia Díaz, que es la jefa del Complejo Penitenciario Este (Unidades 15, 44 y 50), con 2.747 detenidos.   

Norma Díaz dirige la Unidad 8 Los Hornos con 255 internas; Amorina García está cargo de la Unidad 16 de Junín que aloja a 175 detenidos; Marina Altamirano es la jefa de la Unidad 25 con 209 internos; Andrea Manzolido es la máxima autoridad de la Unidad 26 que aloja 273 presos y María González Nuevo es la nueva directora de la Unidad 33 de Los Hornos y tiene bajo su tutela a 261 internas.

Además, Cristina Córdoba fue elegida como encargada de la Unidad 34 de Melchor Romero, una cárcel compleja que tiene 446 internos psiquiátricos; Silvia Laglaive está al frente de la Unidad 52 Azul, con 129 mujeres detenidas, y Cecilia Suárez es la directora de la Unidad de Alojamiento de Internos en Tránsito (ex Unidad  Penitenciaria 29), que tiene 36 detenidos fijos.

Igualdad. Para el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari,el rol que cumple la mujer es preponderante dentro de las instituciones”, y resalta la política de igualdad de género que impulsa la gobernadora, María Eugenia Vidal, “que permitió profundos  cambios estructurales dentro del Servicio Penitenciario Bonaerense”.

PERFIL reunió a diez jefas en el penal de Olmos para hablar del nuevo rol de la mujer en el SPB. “Tenemos la misma preparación que los hombres porque recibimos la misma capacitación”, dice Cecilia Suárez, y recuerda que no hace mucho tenían “un año más de permanencia en el grado para ascender”. “Había una diferencia terrible”, asegura a este diario.

El personal subalterno femenino también vive un cambio porque están ocupando lugares que históricamente fueron de los hombres, como los puestos de los muros o el traslado de los detenidos.

Las mujeres nos habíamos acostumbrado a no llegar a los cargos altos. Para mí, que tengo 29 años de servicio, este es el inicio de los cargos directivos en las mujeres”, acota María de los Angeles González Nuevo.

Norma Moracci, la única mujer que integra la plana mayor de la fuerza, valora también la igualdad de esta gestión.

Hasta hace poco era impensado para nosotras poder acceder a los cargos de conducción, por eso nos parece tan importante todo este movimiento que nos posibilita acceder a todos los cargos en las mismas condiciones de igualdad que el hombre.  El acceso a los cargos tiene que ser por la idoneidad, por la capacidad profesional y por la trayectoria, no puede haber una diferencia por una cuestión de género, eso es irrelevante, por eso estamos tan contentas. Para mí esta foto, por ejemplo, es soñada porque esto antes no existía. Antes no había mujeres en lugares de decisión, de conducción y en realidad tenemos las mismas capacidades, no tenemos por qué no estar”.

"Las chicas son más irrespetuosas"

La mujer en situación de encierro es más irrespetuosa que el hombre”, coinciden las jefas penitenciarias que participaron de la producción de PERFIL, y aseguran que prefieren controlar a los hombres. “La dinámica de las cárceles fue cambiando con el tiempo. Hay situaciones que hacen que las mujeres se tornen más violentas”, cuenta Cecilia Suárez.

La mujer no tiene miedo. No le teme al arma de fuego ni al estruendo”, explica. “Son muy demandantes”, suma Norma Díaz, directora de la Unidad Nº 8 de Los Hornos.

“Te rompen los vidrios porque están deprimidas, pero el hombre no es así”, dice María González Nuevo. “Al hombre le hablás y baja. El sentido de la solidaridad es más común en ellos. El problema con las chicas en los penales es con las infanticidas, si la cruzan te la matan, pero si les pasa algo son todas amigas de la interna. Con tal de hacer lío son solidarias. La verdad es que nada las conforma”, insiste Suárez.

En cuanto a los miedos de las cárceles coinciden en que es común vivir situaciones críticas. “Todas las vivimos”, dice una. “Un motín es horrible pero tenés que enfrentarlo”, apunta Suárez.