La frase impresa en la remera negra que llevaba puesta el día que lo detuvieron se ajusta más que bien a esta historia: “Te quiero pero soy un bardo”.
El “bardo” es Mathías Bordón Facetti, un joven de 20 años con antecedentes penales que buscó refugio en la Argentina escapando de la Policía de Paraguay. Les complicó la vida a sus familiares que lo hospedaron en Pilar y hasta su mamá terminó detenida en su país por seguir sus indicaciones tras el espectacular golpe simulado a un banco del barrio Recoleta de Asunción, ocurrido el 24 de enero pasado. Ese día, robaron 995 millones de guaraníes (163 mil dólares) y 10 mil dólares.
El acusado escapó de Paraguay cuando uno de sus compinches fue capturado en la capital guaraní y en pocas horas delató a todos los miembros de la organización, incluido el cajero de la entidad y un empleado de seguridad que el primer día figuraban en el listado de víctimas.
Camisa rosa y barbijo. Bordón Facetti aparece en las cámaras de seguridad del banco Sudameris con camisa rosa y un barbijo con el que claramente buscaba ocultar su rostro para evitar una rápida identificación. Los investigadores creen que es uno de los ideólogos que además se encargó de conseguir los autos y los choferes para dar el golpe de su vida. Tenía experiencia: en mayo del año pasado había robado otro banco en Paraguay.
El último atraco salió casi a la perfección. Era imposible fallar cuando el cajero que tenía acceso a la bóveda y el guardia de seguridad eran más actores que víctimas. Ya con el botín en su poder, los cuatro autores dividieron el dinero en partes iguales y decidieron separarse hasta nuevo aviso. Ese era el pacto.
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Los investigadores analizaron las cámaras de seguridad y advirtieron una cicatriz en el rostro de uno de los delincuentes. En estos casos un descuido, por más insignificante que parezca, puede ser fatal. Y siguiendo ese indicio es que pudieron dar con Ceferino Nicolás Quiñónez Báez (26), un experimentado ladrón que reunía las mismas características que el hombre de la herida que aparecía en los videos.
Dinero por libertad. Quiñónez Báez estaba preparado para evitar su posible detención, pero esta vez la jugada le salió mal. Le ofreció casi todo el botín robado a los policías que lo fueron a detener, un viejo artilugio que suele ser efectivo, pero esta vez no funcionó. Era mucha plata. Tanta que el acusado llamó a su hermana y a su esposa para que trajeran una parte que tenían ellas porque los efectivos le hicieron creer que estaban dispuestos a negociar. Este joven no solo terminó preso sino que además arrastró a la cárcel a sus propios familiares, situación que evidentemente después lo llevó a delatar a sus compañeros y a colaborar en la investigación penal.
Con la información que aportó el primer detenido del caso los pesquisas confirmaron la sospecha inicial: el cajero no solo no era una víctima sino que había formado parte del plan cumpliendo un rol clave para que los autores pudieran acceder al tesoro de la bóveda.
Quiñónez Báez estaba preparado para evitar su posible detención
Otro bardo. También supieron el nombre completo del joven que aparecía en los videos con la camisa rosa, aunque el dato no alcanzó para que los policías pudieran ubicarlo y detenerlo como al resto de los integrantes de la banda. Cuando allanaron su casa en el barrio Loma Pyta de Asunción no lo encontraron. Eso sí, secuestraron información relevante que terminó comprometiendo a la mamá de Bordón Facetti.
Como el dinero de su hijo “quemaba”, la mujer cambió los billetes por tres autos, en una operación tan fugaz como sospechosa.
La mujer también fue a parar a la cárcel. Al mismo tiempo su hijo buscaba la manera de continuar en libertad con otra identidad y lejos de su casa. El dinero robado le sirvió para costear el viaje a nuestro país (se cree que también habría sobornado en la frontera para ingresar de manera ilegal a la Argentina), pero cerca de un mes después del robo fue ubicado y detenido el sábado 2 de marzo pasado en el barrio Agustoni de Pilar. Estaba un poco más gordo que en el video y se había dejado la barba para despistar. Desde ese día permanece detenido en una comisaría a la espera del pedido de extradición hecho por la Justicia de Paraguay.
Con la información que aportó el primer detenido del caso los pesquisas confirmaron la sospecha inicial: el cajero no solo no era una víctima sino que había formado parte del plan.
El mensaje del cajero, una pieza clave en el golpe. “Ya pueden entrar a comer”. Ese fue el mensaje que el cajero Celso David Cabañas Rolón (25) le envió a uno de los asaltantes, según pudo acreditar el fiscal Federico Leguizamón, a cargo de la investigación. Dos horas después Ceferino Nicolás Quiñónez Báez (26) y Mathías Bordón Facetti (21) irrumpieron en la entidad de manera violenta para que el golpe fuera creíble. De acuerdo con el relato que hizo Quiñónez Báez, el atraco se planeó en la cárcel de Emboscada, una de las más pesadas de Asunción.
Mathías Bordón Facetti, el ladrón que fue detenido en Argentina, también estaba preso en esa unidad, según datos del diario Hoy de Paraguay. Y una tarde le contó en secreto los detalles de su obra maestra y le presentó al tío del cajero, Juan Silguero Añazco (41), pieza para simplificar las tareas. No le costó convencerlo para que formara parte del grupo. Recién un año después ejecutaron el plan, aunque no salió como lo habían soñado. Cabañas Rolón aportó información sensible, como el horario de apertura de la bóveda. También “compró” voluntades: sedujo a uno de los empleados de seguridad para que no ofreciera resistencia.
Una semana antes del golpe –siempre según la versión de uno de los detenidos– cuatro de los miembros se reunieron en el mismo banco, en un punto ciego que las cámaras no pueden filmar. Lo hicieron para conocer el terreno y ultimar los últimos detalles.
El 24 de enero, pasadas las 15, los delincuentes escaparon con más de mil millones de guaraníes. El cajero eligió sus bolsas: “Yo me quedo con las precintadas”, fue el acuerdo. La vinculación de Cabañas Rolón con el guardia de seguridad del banco y el resto de los asaltantes quedó al descubierto pocos días después del atraco. Casi que no tuvieron tiempo de disfrutar el dinero que dividieron.