Alberto Fernández cumplió un rol único en el kirchnerismo: el amortiguador con el Grupo Clarín, tal vez uno de los enemigos más palpables de Cristina Fernández de Kirchner. En la relación con la prensa, un vínculo tabú para la expresidenta, por varios y distintos motivos, “contener”, “frenar” y “controlar” son los tres verbos que describen las funciones del ex jefe de Gabinete, de acuerdo a sus allegados de aquellos años. Un ex funcionario de la jefatura de Gabinete lo define como “el colchón entre Clarín y los Kirchner”. “Cuando se fue del gobierno esa falta se sintió. La relación cambió por completo. Los que vinieron a ocupar su lugar ya no frenaban la furia mutua”, contó ese exfuncionario en diálogo con este medio.
“Cuando Néstor era presidente y Clarín hacía, publicaba o pedía algo que lo enfurecía, le solicitaba a Alberto que los llame para retarlos. Se iba a dormir la siesta y cuando volvía, Alberto ya había mediado, transmitido el mensaje y cerrado la cuestión. Los que vinieron después, cuando Cristina decía lo mismo, salían a matar a los medios y a Clarín”, agrega el ex funcionario. Por eso, recuerda, la salida de Alberto F. del gobierno de CFK en julio de 2008 vino de la mano de la pelea con Clarín, la Ley de Medios y la “guerra” con el campo.
Su estrecha relación con los hombres de Clarín nació cuando Alberto F. estaba al mando de la Superintendencia de Seguros de la Nación, cuenta un allegado. Cristina incluso lo definió como “el vocero de Clarín” dentro de su gobierno en una entrevista con Sandra Russo para su libro La Presidenta.
El ahora compañero de fórmula siempre negó esa cercanía con el ala “institucional” de “la corpo”. “Tuve peleas dentro del gobierno kirchnerista para no permitirle a Clarín que se quede con Telecom. Y Clarín lo sabía. A (Héctor) Magnetto lo vi dos veces, siempre con Kirchner en la casa de Kirchner”, contó en FM Millenium.
Tuvo y mantiene llegada a un reducido sector judicial a través de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde continúa dando clases, de acuerdo a sus allegados. Su relación con la Justicia, otro vínculo tabú de CFK, es ambivalente. Alberto F. supo tener buen diálogo con algunos de los jueces centrales de Comodoro Py 2002, especialmente con el “ala blanca” de los federales que investigan y juzgan a Fernández de Kirchner. Pero el vínculo se resintió. Salvo con algunos y algunas. Con Elena Highton de Nolasco, ministra de la Corte Suprema, sigue teniendo buena llegada, resaltan en el tribunal.
En los últimos meses, intentó, en vano, limar asperezas con otro juez del máximo tribunal: Horacio Rosatti, con quien mantuvo una tensa relación cuando ambos integraban el gabinete de Néstor Kirchner, contó un funcionario de la Corte. Entonces, Rosatti era ministro de Justicia. Se fue dando un portazo en 2005 tras negarse a avalar una licitación sospechosa para la construcción de cárceles. Cuando estaban en el Ejecutivo, Rosatti y Alberto F. ya habían tenido un enfrentamiento por cómo manejar el caso del juez de la causa AMIA, Juan José Galeano, quien terminó destituido del cargo mediante un juicio político.
Tanto Rosatti como Highton decidieron junto a Ricardo Lorenzetti (otra relación ambivalente de Alberto F.) y Juan Carlos Maqueda analizar el expediente del primer juicio contra Cristina a una semana del inicio del debate, lo que casi lleva a la suspensión del proceso.
Alberto F. tuvo pocos frentes judiciales resonantes. Actualmente, tiene un expediente abierto en 2017 en el juzgado de Julián Ercolini y la fiscalía de Gerardo Pollicita. El ex funcionario fue denunciado por la Procuraduría de Investigaciones Administrativas (PIA) junto a otros miembros de los gabinetes kirchneristas por un decreto de necesidad y urgencia que permitió reformular el régimen de promoción industrial y beneficiar económicamente a una empresa de Cristóbal López.
Ercolini es uno de los jueces a quienes Alberto F. criticó la semana pasada, en medio de las idas y vueltas sobre el inicio del primer juicio contra CFK. El magistrado fue nombrado por concurso y por Néstor Kirchner.
Además, Ercolini y Pollicita son quienes instruyeron tres causas clave contra la ex presidenta: corrupción en la obra pública (el juicio empieza el martes), Hotesur y Los Sauces, en los que también están procesados Máximo y Florencia Kirchner por presunto lavado de dinero y cuyo juicio podría comenzar a fines de año.