Son horas de vorágine, de dirigentes que se levantan siendo ministros y se acuestan afuera del gabinete. Le pasó en las últimas horas a Diego Gorgal, quien parecía número puesto para el ministerio de Seguridad y fue Alberto Fernández el que lo bajó de un “tuitazo”. Pero la danza de nombres no sólo inquieta a la política, también pone nervioso al Poder Judicial.
Un cargo que podría definirse en las primeras semanas de la presidencia de Fernández es el del procurador general, el jefe de los fiscales federales. Lo ocupa de manera interina Eduardo Casal. El puesto quedó vacante tras la renuncia obligada de Alejandra Gils Carbó que, por su afinidad con Cristina Kirchner, fue empujada hacia la salida, bajo amenaza de ser enjuiciada por la compra de un edificio para el Ministerio Público.
Pero Mauricio Macri, que creyó que iba a poder contar con su propia Gils Carbó, tuvo que claudicar ante el peronismo. Su candidata, Inés Weinberg de Roca, no pasó el filtro del Senado. Alberto no está obligado a definirlo de entrada, porque no lo corre un plazo, pero sí la necesidad de tener a alguien de confianza y razonable si quiere aplicar el nuevo Código Penal en todo el país, que establece el sistema de acusación y le da más poder a los fiscales que a los jueces.
Comodoro Py es un dolor de cabeza para el poder de turno, porque jueces y fiscales juegan a la política tanto o más que los propios políticos. Si lo sabrá Cristina Kirchner, que dejó el cargo hace cuatro años y sigue desfilando por los tribunales. Y Macri, que a pocos días de abandonar su despacho en la Casa Rosada, está sintiendo la respiración de algunos magistrados por causas que empezaron a moverse en los últimos meses.
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“Nadie quiere ser más un rehén de Comodoro Py. Es un sistema viejo y viciado”, asegura uno de los asesores judiciales de Macri a PERFIL.Y en la vereda de enfrente piensan igual. Una de las ideas que toma más fuerza en ese esquema es la fusión de la justicia nacional ordinaria con la justicia federal.
Si Alberto da rienda suelta a ese proyecto, Comodoro Py será apenas un punto más en el mapa. De 12 juzgados federales se pasará, sólo en la Ciudad de Buenos Aires, a 60 juzgados en un santiamén. Si además se implementa el sistema acusatorio, ni Claudio Bonadio ni Luis Rodríguez ni ninguno de los que ocupan oficinas en Py tendrán el mismo peso que tienen ahora y que le trajo serios dolores de cabeza al kirchnerismo. Solo Bonadio le dictó una decena de procesamientos a CFK.
El sistema acusatorio empezó como prueba piloto en el norte del país y se especulaba con que llegaría en 2025 al fuero porteño. Todo puede cambiar en estos tiempos.
Macri tampoco quiere que siga Comodoro Py como está. Pensó que podría dominarlo y no pudo. En su entorno dicen que no está asustado por las causas judiciales porque ninguna es lo suficientemente sólida como para ponerlo tras las rejas.. Los que sí están complicados son Guillermo Dietrich, Laura Alonso, Juan José Aranguren y Oscar Aguad.
“No pasa tanto por hacerle juicio político a un juez o a un fiscal, pasa más por diluir su poder”, entienden algunos asesores jurídicos del kirchnerismo. Claro que hay fiscales que son mal vistos por la nueva coalición de gobierno, porque entienden que tuvieron particular encono con el kirchnerismo.
Stornelli, probablemente, encabeza esa lista. Y él lo sabe. Este viernes irá a declarar a Dolores y le pondrá final a su situación de rebeldía. Pero quienes lo conocen dicen que analizó jubilarse a partir de febrero del año próximo. Eso hizo, anticipando tiempos turbulentos, el fiscal general Germán Moldes. Y no sólo Stornelli podría imitarlo.
Daniel Rafecas podría ser el nuevo procurador, tal como anticipó PERFIL. Los que lo vieron en el último tiempo aseguran que está entusiasmado, que no tuvo comunicación con Alberto sobre el tema, pero que sus antecedentes lo posicionan bien. Es de la escuela de Esteban “Bebe” Righi, el exprocurador al que admira Fernández. Pero además tiene una muy buena relación con el presidente electo.
Algunos -no sin maldad- asociaron el fallo que sobreseyó a los dos ex jefes de gabinete en una parte de la causa Fútbol para Todos (Abal Medina y Aníbal Fernández), firmado por Rafecas este miércoles 27 de noviembre, a un intento de congraciarse con el poder que llega. Pero Rafecas no lo necesita, porque tiene, efectivamente, la estima y el respeto de Fernández.
Lo que no consigue, por ahora, son los votos en el Senado (49 sobre 72) para que se apruebe su pliego. Su principal obstáculo son los radicales, que pesan y mucho en la Cámara alta, y que no le perdonan su actuación en la causa de los sobornos, que involucró al expresidente Fernando de la Rúa.
A Rafecas se lo escuchó decir que ese no sería un problema. Que el bloque unificado del Frente de Todos con 41 votos le da cierta ventaja y que no es necesario el aval de los radicales. Pero para que aprueben su pliego precisa 8 votos más, de los cuales tendría tres.
Arrastra otro rechazo, el de parte de la comunidad judía, que no olvida la desestimación de la denuncia por el Memorándum con Irán. Otros miembros de la comunidad lo respetan por su permanente accionar para recordar a las víctimas del Holocausto.
En Comodoro Py algunos creen que si el pliego de Rafecas naufraga ese lugar podría ser de Ariel Lijo, pero a los radicales tampoco les cae bien. Ni Emiliano Yacobitti ni el Coti Nosiglia, dos que tienen influencia en esas decisiones, tienen predisposición a darle el aval a ninguno de los dos. En la lista hay más anotados, como el abogado Carlos Cruz, amigo de Alberto, exabogado de Aníbal Ibarra en Cromañón y parte del equipo jurídico, junto a Marcela Losardo y Juan Manuel Olmos.
Otro frente que tendrá Alberto será la Corte Suprema. Pero en el Palacio de Tribunales hay buena predisposición con el presidente electo. Recibieron el mensaje de que no habrá ampliación y hasta que podría quitarle la oficina de escuchas, algo que muy pocos lamentarían en Talcahuano.