Charly García los inmortalizó como “los dinosaurios” y les pronosticó una futura desaparición. Tres décadas después, la muerte de Jorge Rafael Videla cierra un capítulo más de esa trágica historia. De los cuatro presidentes de facto que tuvo la dictadura, sólo queda uno vivo, Reynaldo Bignone, y la misma suerte corren tres de los miembros de las juntas militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983.
A pesar de que otros nombres emblemáticos también siguen vivos, en su mayoría los jerarcas ya fallecieron, lo que evidencia que una etapa sombría está encontrando sepultura.
Bignone fue el último gobernante de facto de la dictadura, encargado de entregarle el bastón de mando a Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983. Ni él ni los miembros de la cuarta junta militar fueron parte del emblemático Juicio a las Juntas, pero sí fueron procesados por la ley de autoamnistía y la redacción del Documento Final sobre la Lucha contra la Subversión y el Terrorismo. Fue indultado por Carlos Menem en 1989, y recién volvió a ser procesado por el robo de bebés en 1999. En 2010 volvió a ser condenado, y actualmente cumple la pena de prisión perpetua.
De las juntas militares todavía quedan tres miembros vivos: Omar Graffigna (Fuerza Aérea), de la segunda; Basilio Lami Dozo (Fuerza Aérea), de la tercera; y Rubén Franco (Armada), de la cuarta. El primero de ellos se encuentra preso.
Otros hombres clave del terrorismo de Estado siguen vivos. Todos en prisión o siendo procesados por delitos de lesa humanidad. El listado lo encabezan los ex generales Luciano Benjamín Menéndez, Ramón Díaz Bessone y Santiago Riveros (jefes de cuerpos del ejército, con centros clandestinos de detención a su cargo), Alfredo Astiz (conocido como “el Angel Rubio” o “el Angel de la Muerte”, tristemente célebre por haberse infiltrado en organismos de derechos humanos) y Miguel Etchecolatz (mano derecha de Ramón Camps, quien fue jefe de la Policía Bonaerense). En un juicio contra este último declaró como testigo Julio López, que tiempo después desapareció.
Muchos otros de los que siguen con vida están siendo juzgados en megacausas como la de la ESMA (ya terminó la primera parte), la de La Perla (Córdoba) o la del Plan Cóndor, en la que declaró por última vez Videla. Algunos nombres conocidos son Jorge “el Tigre” Acosta, Alfredo Donda (tío de la diputada), Pascual Guerrieri (jefe del batallón de inteligencia 601) y Jaime Smart (que era ministro bonaerense y fue el primer civil condenado).
La muerte de Videla viene a engrosar una larga lista, a la que también se agregó este año quien fue su ministro de Economía y cerebro económico de la dictadura, José Martínez de Hoz. Los sucesores como presidentes de facto fueron Roberto Viola (murió en 1994) y Leopoldo Galtieri (2003). De los miembros de las juntas, Augusto Hughes (de la cuarta) fue el primero en fallecer, en 1993. Lo siguieron Orlando Ramón Agosti (de la primera, en 1997), Armando Lambruschini (segunda, 2004), Jorge Anaya (tercera, 2008), Emilio Massera (primera, 2010) y Cristino Nicolaides (cuarta, 2011).
Otras figuras emblemáticas que murieron, algunos sin condena, son Camps (1994), Carlos Lacoste (2004), Guillermo Suárez Mason (2005), Antonio Bussi (2011) y Albano Harguindeguy (2012).
Garzón: “En Argentina se hizo justicia”
“Uno no se alegra del fallecimiento de nadie, pero cuando me he enterado de la muerte de Jorge Rafael Videla me he acordado de las víctimas argentinas, que se llevan la reparación de saber que la justicia se aplicó con todas las garantías”, dijo ayer al diario español El País el juez Baltasar Garzón.
“No ocurrió como con Pinochet, al que la muerte le llegó sin haber sido sometido a un juicio”, enfocó para comparar a ambos dictadores regionales. Y agregó: “También he pensado en las víctimas de aquí, las del franquismo, porque allí realmente se hizo justicia, pero en España la Justicia ha fracasado estrepitosamente”.
Finalmente, remarcó que “Videla jamás pidió perdón, jamás mostró arrepentimiento y ha muerto en la cárcel, que es lo que correspondía. Se opuso a reparar a las víctimas. Si en Argentina se ha cumplido el derecho a la verdad no ha sido por la colaboración de los victimarios, sino por el esfuerzo de las víctimas”.