César Milani necesitó del pulgar levantado de la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, para poder ascender al cargo de mayor trascendencia en su historia: el de teniente general del Ejército.
Es que su figura estuvo cuestionada desde un primer momento por la oposición, a raíz de las denuncias que pesan sobre él por violaciones a los derechos humanos durante la Dictadura, y luego comenzaron a dividir al oficialismo. Por las mismas, el jefe del Ejército se encamina a ser llamado a declarar ante el juez en pleno año electoral.
Hasta el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que preside Horacio Verbitsky, mencionado como el “ministro sin cartera” por su influencia en el Gobierno, le solicitó al Senado la impugnación de su candidatura. El intelectual K Horacio González también había mostrado su “disconformidad con el nombramiento del nuevo jefe del Ejército”.
Ahí fue cuando apareció una referente indiscutida en materia de Derechos Humanos para el oficialismo. Primero, Bonafini le ofreció su respaldo público al mencionar a Milani como “la transformación de las fuerzas del ejército”. Después, rechazó las acusaciones contra el general al argumentar que “empezó con Lanata y un radical amargado que le metió fuego y chau, como tantas difamaciones”.
“Los que se equivocaron con Milani son los mismos que dijeron, muchos de ellos, algún periodista, que no había que nombrarlo a Bergoglio como Papa porque había secuestrado algunos sacerdotes. En vez de secuestrarlos a uno lo salvó, ese que lo salvó salió hablar y dice: cómo que me secuestró, me salvó. Así que se equivocó, se equivocan y se equivocan mucho”, se despachó, en clara referencia a Verbitsky.
Sin embargo, su esfuerzo por curar la imagen de Milani llegó a su punto más álgido cuando Bonafini publicó una entrevista en la revista Ni Un Paso Atrás, donde el teniente general aseguró: “Por ahí uno sufre más por ellos (los denunciantes) que por uno. Jamás, nunca, ni torturé, ni maté".
Y agregó: "Las calumnias e injurias vertidas sobre mi persona por parte de multimedios monopólicos y dirigentes políticos opositores al gobierno nacional han buscado exclusivamente perjudicar a la Presidente y tratar de impedir que el Ejército participe activamente de un proyecto nacional".
¿Le soltó la mano? Lo cierto es que los tiempos parecen haber cambiado para Bonafini. En la mañana de hoy, la titular de Madres no quiso dar la cara otra vez por Milani, al que ayer le recayó un pedido de llamado a inadgatoria. La dirigente pasó un mal momento en Radio Nacional Rock cuando le preguntaron sobre la causa judicial que investiga la desaparición del soldado Alberto Ledo durante la Dictadura.
Fue entonces cuando la dirigente se puso furiosa. "De eso no voy a hablar. Si me llaman para eso, no los voy a atender. Llámenme para las cosas buenas que hacemos las Madres", espetó Bonafini, antes de cortar la comunicación.
El caso. César Milani se encuentra imputado por los delitos de encubrimiento por presunta participación en la tortura y posterior desaparición del soldado Alberto Ledo de 20 años, en 1976. Era un estudiante riojano de Historia que había sido trasladado a Tucumán. Allí se convirtió en la mano derecha de Milani, pero poco después integró la lista de los 129 conscriptos que desaparecieron durante la dictadura.
Según testimonios de algunos compañeros de Ledo, el soldado fue visto por última vez en la noche del 17 de junio de 1976, cuando, junto al entonces capitán Esteban Sanguinetti, jefe de la Compañía de Ingenieros de Construcciones, salió a hacer una recorrida en la ciudad tucumana de Monteros.