Mónica García de la Fuente manoteó el teléfono desesperada y pidiendo ayuda. La Prefectura había ingresado al departamento del hombre que la conquistó hace dos años en México y del que espera mellizos. Eran minutos antes de las 7 de la mañana y Amado Boudou acababa de ser detenido en su departamento de la torre Madero Center, de Puerto Madero, por orden del juez Ariel Lijo.
El ex vicepresidente de Cristina Kirchner, que durante casi todos sus años de gestión estuvo investigado penalmente, escuchó la lectura del acta de detención, descalzo, en joggings y con los pelos revueltos de recién despertado. Soportaba desencajado las fotos y el video de su arresto, difundidos apenas un rato después por todos los medios de comunicación y redes sociales. Lo acusaban de ser el jefe de una asociación ilícita que lavó dinero, una maniobra descubierta en el marco de la causa por enriquecimiento ilícito, abierta desde 2012.
Ya esposado y con chaleco antibalas, Boudou fue conducido al tercer piso del edificio de Comodoro Py para su indagatoria. Con un gélido buen día y sin estrechar manos, Lijo comenzó a explicarle las razones de su detención diciendo que “no tenía alternativa” con “el precedente De Vido”, pero Boudou lo frenó: “No me explique nada”.
Ahí, antes de ser llevado a la cárcel de Ezeiza junto a su mejor amigo, José María Núñez Carmona (también detenido ayer), Boudou pidió su excarcelación y recusó al juez por “actuar como parte” y ordenar una “detención arbitraria e ilegal”, destinada “a los que sostienen ideas como las mías y son opositores políticos”. “Que (el juez) no pretenda tapar con actos espectaculares las denuncias que hay en su contra”, disparó el ex vice, apuntando a una auditoría del Consejo de la Magistratura que puso a Lijo y otros jueces federales en la mira por demoras en el manejo de las causas de corrupción. Fue el escenario perfecto para que todo se convirtiera en un escándalo.
Ya esposado y con chaleco antibalas, Boudou fue conducido al tercer piso del edificio de Comodoro Py para su indagatoria. Con un gélido buen día y sin estrechar manos, Lijo comenzó a explicarle las razones de su detención diciendo que “no tenía alternativa” con “el precedente De Vido”, pero Boudou lo frenó: “No me explique nada”.
Ahí, antes de ser llevado a la cárcel de Ezeiza junto a su mejor amigo, José María Núñez Carmona (también detenido ayer), Boudou pidió su excarcelación y recusó al juez por “actuar como parte” y ordenar una “detención arbitraria e ilegal”, destinada “a los que sostienen ideas como las mías y son opositores políticos”. “Que (el juez) no pretenda tapar con actos espectaculares las denuncias que hay en su contra”, disparó el ex vice, apuntando a una auditoría del Consejo de la Magistratura que puso a Lijo y otros jueces federales en la mira por demoras en el manejo de las causas de corrupción. Fue el escenario perfecto para que todo se convirtiera en un escándalo.
Cristina Kirchner sostuvo que estaba en riesgo la democracia. La libertad de la ex presidenta, pese a los fueros en su rol de senadora electa, también podría peligrar. Ya pusieron preso la semana pasada al ex ministro Julio De Vido –diputado desaforado– y ahora a Boudou, ampliando criterios para rechazar excarcelaciones por los nexos de los imputados de corrupción con áreas de poder. Cristina marcha a juicio oral por la megacausa de la obra pública, está procesada por Los Sauces, será indagada este jueves por Hotesur y espera un seguro procesamiento del juez Claudio Bonadio en la causa por el encubrimiento a Irán en el caso AMIA. Tiene motivos de sobra para temer un efecto dominó. El Gobierno, mientras tanto, miró la jugada azorado.
Desde 2012 Boudou está siendo investigado por la causa Ciccone: cuando se descubrió que él –cuando era ministro de Economía– y su amigo de la infancia, Nariga Núñez Carmona, habrían adquirido el paquete mayoritario de la imprenta que hacía billetes a través de la firma The Old Fund SA. Lo hundió la ex pareja de su presunto testaferro, Alejandro Vandenbroele, en medio de la separación. La compra se hizo levantando la quiebra con un plan especial de AFIP. En 2014 Boudou fue procesado por negociaciones incompatibles y coimas, pero permaneció en su cargo aislado. Hace un mes comenzó a ser juzgado por ese caso, en donde el martes pasado había pedido declarar para decir que era inocente y que detrás de la ruta del dinero de Ciccone estaba el banquero Raúl Monetta.
Pero durante ese proceso –y mientras le llovían otras causas judiciales– la causa por el enriquecimiento ilícito se movió a paso lento y a la espera, desde 2015, de una pericia contable cuyos resultados llegaron hace diez días. Los números no cerraban: indicaban que en 2009 Boudou presentó declaraciones juradas por 2002-2007, y que –según los expertos– demostraban “una ingeniería orientada a oscurecer el origen de los fondos con los que se realizaban consumos y se adquirían bienes”. Con ese contexto, Lijo ordenó la detención de Boudou y Núñez Carmona, como jefes de una banda que lavó dinero, junto a Vandenbroele, Juan Carlos López y Agustina Kämpfer, a través de la compra de autos a una concesionaria en Economía, el contrato de The Old Fund con Formosa y el departamento a Kämpfer, madre hace diez días y a la que Boudou hoy intentó desligar del caso.
Varios frentes en la Justicia
Desde 2012 Boudou está siendo investigado por la causa Ciccone: cuando se descubrió que él –cuando era ministro de Economía– y su amigo de la infancia, Nariga Núñez Carmona, habrían adquirido el paquete mayoritario de la imprenta que hacía billetes a través de la firma The Old Fund SA. Lo hundió la ex pareja de su presunto testaferro, Alejandro Vandenbroele, en medio de la separación. La compra se hizo levantando la quiebra con un plan especial de AFIP. En 2014 Boudou fue procesado por negociaciones incompatibles y coimas, pero permaneció en su cargo aislado. Hace un mes comenzó a ser juzgado por ese caso, en donde el martes pasado había pedido declarar para decir que era inocente y que detrás de la ruta del dinero de Ciccone estaba el banquero Raúl Monetta.
Pero durante ese proceso –y mientras le llovían otras causas judiciales– la causa por el enriquecimiento ilícito se movió a paso lento y a la espera, desde 2015, de una pericia contable cuyos resultados llegaron hace diez días. Los números no cerraban: indicaban que en 2009 Boudou presentó declaraciones juradas por 2002-2007, y que –según los expertos– demostraban “una ingeniería orientada a oscurecer el origen de los fondos con los que se realizaban consumos y se adquirían bienes”. Con ese contexto, Lijo ordenó la detención de Boudou y Núñez Carmona, como jefes de una banda que lavó dinero, junto a Vandenbroele, Juan Carlos López y Agustina Kämpfer, a través de la compra de autos a una concesionaria en Economía, el contrato de The Old Fund con Formosa y el departamento a Kämpfer, madre hace diez días y a la que Boudou hoy intentó desligar del caso.
Varios frentes en la Justicia
En los próximos días, la Cámara Federal de Casación Penal podría revocar el sobreseimiento que logró Amado Boudou en agosto en el primer juicio oral que le tocó enfrentar por la falsificación de papeles de un auto, cuando todavía no era funcionario. Pero hay otras causas en su contra:
*Ciccone: está en juicio oral por negociaciones incompatibles y cohecho. El martes, deberá presentarse en la próxima audiencia.
*Enriquecimiento ilícito: investigan a él y a su entorno pero nunca fue llamado a indagatoria.
*Fonfipro: es el llamado ensayo de The Old Fund para después comprar Ciccone, dice la acusación, por la renegociación supuestamente irregular de la deuda pública de la provincia de Formosa en 2009, cuando era ministro de Economía. Fue llamado a indagatoria por Lijo pero nunca se le resolvió la situación procesal.
*Viáticos: Lijo lo llamó a indagatoria por truchar facturas en viajes oficiales.
*Concesionaria: elevado a juicio porque Economía pagó $ 2.300.000 a la concesionaria Guido Guidi SA por la compra de 19 automóviles Volkswagen cero kilómetro.