Existen pocas certezas sobre qué episodios fueron los que efectivamente desencadenaron su decisión o qué factores la aceleraron en las últimas semanas. Pero el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, especula con abandonar su cargo en el Ejecutivo en los próximos meses, una vez que termine de resolver la fiebre que más hace transpirar al Gobierno: la negociación con los fondos buitre. Es la llave de su salida.
Sus intenciones de desprenderse de su rol como ministro coordinador del Gobierno tienen muchas respuestas. El desgaste propio de la gestión, la corrosiva intensidad de correr con la agenda diaria del Gobierno, algunas internas con la mesa chica del Ejecutivo, pero sobre todo sus aspiraciones políticas para 2015.
Confiesan dentro del Gobierno que él cree que ya cumplió con el rol para el cual fue convocado en noviembre de 2013, cuando reemplazó a Juan Manuel Abal Medina, mientras la jefa de Estado recuperaba su salud. La salida de Capitanich podría cristalizarse en octubre, aunque algunos de los que frecuentan el primer piso de la Casa Rosada, donde tiene su despacho, escucharon que podría ser más cerca de fin de año.
Dentro del Gobierno aseguran que la mesa chica del oficialismo ya empezó a pensar quién podría ser su reemplazo. Algunos tiraron sobre la mesa el nombre de Axel Kicillof, quien ha estado muy cerca de Capitanich desde que llegó, aunque no existen certezas todavía. “El único impedimento que tiene para irse es que la Presidenta lo deje”, explica un alto funcionario.
Si bien la gestión de Capitanich ha tenido altibajos, operaciones de otros funcionarios, es uno de los pocos ministros que mantienen diálogo casi diario con Cristina Kirchner y que, además, tiene que dar explicaciones públicas todos los días por decisiones del Ejecutivo, esté o no de acuerdo.
“Si quiere ser presidente, tiene que irse lo antes posible porque el desgaste diario que sufre atenta contra su candidatura”, explica un funcionario y recuerda que cuando Coqui pidió licencia en Chaco como gobernador y aceptó el pedido de la Presidenta de ser su jefe de Gabinete, tenía la zanahoria de 2015 delante. Buscaba instalarse como candidato a presidente por el oficialismo. Pero las cosas cambiaron y hoy, según las encuestas, tiene pocas chances de aspirar a ser “el sucesor”. Dentro del Gobierno apenas dos nombres suenan como ofertas competitivas para las primarias en nombre del “modelo”: el gobernador Daniel Scioli y el ministro del Interior, Florencio Randazzo. A los demás los dejan jugar para mantenerlos ocupados.
Por eso, los asesores de Capitanich imaginan –o sueñan, quizás– con un escenario donde él pueda integrar la fórmula de alguno de ellos, como candidato a vicepresidente, decisión que debe tomar Cristina. Por eso, para evitar oxidarse con la gestión analiza capitalizar su territorio, el Chaco.
“Le dijo a Cristina que quiere irse antes de fin de año porque si no va a perder su provincia; además, está desgastado y cansado”, confían en la Casa Rosada.
Y es real que la provincia no está en su mejor momento político. Capitanich ayudaba a contener al justicialismo chaqueño y cuando partió a la Jefatura de Gabinete la situación comenzó a agravarse, sobre todo a medida que se acercan las elecciones provinciales.
Muchos de los precandidatos a la intendencia o a la Legislatura aspiran a ser “bendecidos” por Coqui. Uno de ellos explicó: “Necesitamos que Capitanich venga a ordenar la tropa. De lo contrario, le estaríamos dando en bandeja la provincia al radicalismo, después de todo lo que nos costó recuperarla”. La Constitución de Chaco establece que las elecciones deben celebrarse antes de las nacionales, y en 2015 posiblemente las internas se voten en junio. Los tiempos se acortan aun más y Capitanich, de licencia como gobernador, piensa que debe volver a su tierra a ordenarla.
Hasta tiene planificada una serie de inauguraciones de obras para los próximos meses, que él mimso comenzó como gobernador. Suma a este escenario su agonizante relación con Carlos Bacileff Ivanoff, quien quedó en su lugar. Existen pocas posibilidades de que llegue más alto en la política si ni siquiera puede garantizar el orden en su propia tierra.
Informe: Roberto Espinoza.