Zannini, que ayer se convirtió en el garante de la continuidad del kirchnerismo a través de Daniel Scioli, nació en Villa Nueva el 27 de agosto de 1954. Abogado, hijo de padre albañil y madre ama de casa, comenzó a hacer política en los agitados ‘70, cuando integraba la Vanguardia Comunista, de corriente maoísta.
Fue el propio secretario de Legal y Técnica el que nutrió de épica setentista la gestión de Kirchner desde 2003. Dos años después puso en línea el discurso oficial e inauguró la política amigo-enemigo con el sostén ideológico de Ernesto Laclau, a quien siempre acercó a Cristina Kirchner.
“El Chino” podría convertirse en el primer vicepresidente que estuvo detenido por la dictadura militar. Fue en 1976. Lo liberaron recién cuatro años después. Sin embargo, no fue hasta 1987 que el abogado se metió de lleno en la escena política de la provincia.
Kirchner asumió ese año la intendencia de Río Gallegos y lo designó secretario de Gobierno Municipal. En 1991, lo nombró ministro de Gobierno de Santa Cruz. En 1999, el gobernador lo ungió presidente del Tribunal Superior de Justicia.
La afinidad política y personal del secretario con los Kirchner hizo que rápidamente, incluso antes de llegar a la Casa Rosada, a Zannini sólo le faltara el apellido para ser de la familia. Las diferencias que tenía con el exmandatario durante sus largas charlas en Olivos eran muy pocas. Podrían simplificarse en una pasión: es fanático de Boca Juniors.
Tras la muerte de Kirchner, la revista Noticias lo definió como “el sustituto” del santacruceño en el seno de la Casa Rosada. Si las sillas de la mesa chica de Olivos habían perdido a su mejor hombre, El Chino se las arregló para tener asiento doble después del 27 de octubre de 2010.
Zannini tiene cuatro hijos, dos de ellos con su actual pareja, Patricia Alsúa, consignó el diario La Nación. Pero bien podría considerar sobrinos a Máximo y Florencia Kirchner, con los que almuerza y cena regularmente en Olivos, siempre en compañía de la Presidenta.
Traiciones. Zannini fue el primer funcionario kirchnerista en imaginar al sucesor del modelo K. Fue en 2012 cuando “El Chino” empezó a nutrir de armas a Florencio Randazzo para instalarlo como candidato a presidente para 2015. Después de la Tragedia de Once logró quitarle a Julio De Vido la Secretaría de Transporte y migrarla a la órbita del Ministerio del Interior.
Con presupuesto y anuncios, Randazzo tendría una sólida imagen en gestión y eficiencia para consagrarse cómodamente para suceder a Cristina Kirchner. No sólo era la posibilidad de que el kirchnerismo pase la barrera del 10 de diciembre, si no también el acceso a seguir calentando una silla en la mesa chica de la Casa Rosada.
Según La Nación, la fidelidad entre ambos se mantuvo hasta el lunes, cuando en una conversación entre Eduardo “Wado” De Pedro y la Presidenta empezó con una sola premisa: que el candidato K sea más votado que Mauricio Macri en agosto.
Dividido en dos listas, el Frente Para la Victoria tenía que resistir quedar segundo con Scioli y más relegado el propio Randazzo. ¿Estarían dispuestos a soportar una derrota a dos meses de las elecciones generales?
El mismo nombre del partido lo impedía. Fue por eso que Zannini dio marcha atrás: optó por bajar a su delfín y convertirse en el garante del modelo con el gobernador bonaerense como espada. Porque si Zannini es el garante kirchnerismo, su carrera no está exenta de estos giros.