El fiscal federal Carlos Stornelli lleva tres semanas de “rebelde”. En esa incómoda categoría lo ubicó el juez federal Alejo Ramos Padilla, tras cuatro negativas del fiscal a presentarse en los Tribunales de Dolores como sospechoso de integrar una supuesta “asociación ilícita” dedicada al espionaje y la extorsión.
El jueves pasado, Roberto Ribas, representante legal de Stornelli, reafirmó que el funcionario -a cargo, por su parte, del resonante CuadernoGate- no tiene pensado declarar e insistió en desacreditar las atribuciones de Ramos Padilla. “La situación de Stornelli no es rara, para nada, ya que hay muchos fiscales que han sido imputados y continúan en su labor”, dijo el abogado.
Horacio Rosatti, ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no piensa lo mismo. Así lo hizo saber durante un reportaje con el periodista Edi Zunino realizado el mismo jueves.
-¿Qué haría usted, en tanto miembro de la Corte, si lo citaran de un juzgado federal como testigo o imputado? -preguntó el director de contenidos digitales y audiovisuales de Editorial Perfil, para su programa digital “En el barro”.
-Me presento. Es mi obligación. En este cargo, uno tiene que dar el ejemplo. Si no hay ejemplaridad moral, es muy difícil generar seguimiento de conductas -señaló, sin dudarlo, Rosatti.
-¿Y si no le gusta el juez?
-Esto no es cuestión de gustos. También puede haber jueces a los que no les guste esta Corte, pero es la Corte.
Stornelli apeló su declaración de rebeldía y la querella del penalista Rusconi en el expediente
Rosatti, quien fuera convencional constituyente en 1994 y ministro de Justicia en el primer tramo del kirchnerismo, llegó al Máximo Tribunal impulsado por el actual Gobierno junto con quien hoy preside el cuerpo, Carlos Rosenkrantz. Ningún otro funcionario judicial de tan alta envergadura institucional se había referido, hasta ahora, al inquietante Caso Stornelli.
H.B.
