Una vez más y con su estilo habitual, Elisa Carrió desafió con críticas directas las políticas del Gobierno, y en este caso, el corazón de la campaña 2019: la seguridad. Marcos Peña analiza junto al especialista en éxitos electorales Jaime Durán Barba qué ejes desarrollar a partir del verano, y la prevención y pena del delito será uno de ellos. Mauricio Macri sabe que algo se rompió, y su capacidad de persuasión e intentos de diálogo con Carrió no van a ser de la partida esta vez. Lo cansa la agenda y ya no tiene la energía inicial de darle protección, cobijo y entendimiento a los enojos, a veces infantiles, de su socia política como antes.
Las comidas e invitaciones a la diputada cansaron al líder de Cambiemos, le reprocha su ego y sus formas, y sabe que la campaña del año que viene no va a ser fácil con una socia de la coalición gobernante descalificando sus propios compañeros. Saben qué va a suceder y no lo quieren.
El análisis sobre la figura de la chaqueña es sencillo: qué tiene para ofrecer al espacio para que se imponga en las urnas. ¿Es Carrió sinónimo de éxito electoral como lo fue en 2013 contra Macri? Una candidata en contra de los aportes empresarios y sin alcance territorial alguno, ¿qué aporta si sostiene las críticas en cuanta medida oficial se emprende con el objetivo de marcar agenda? Hay dos miradas que se ponen sobre la mesa hoy en día. Por un lado la fatiga en un sector del oficialismo se inclina por la deserción de Carrió muy lenta e imperceptiblemente producto de que ya no es una variable de ajuste ni para salvar la república, imprimirle transparencia ni progresía a una gestión ya instalada con marca propia. Es decir, no hace falta Carrió para humanizar a Macri como sí lo hicieron Gabriela Michetti y María Eugenia Vidal en 2017 y 2013 respectivamente. “Es todo resta, no nos aporta más que quilombos y Mauricio está cansado, es durmiendo con el enemigo” dijo a este cronista un importante funcionario que trabaja en Casa Rosada. Según esta visión, el vaso ya rebalsó y se rompió, no hay marcha atrás y el ostracismo espera a la ex Ari de brazos abiertos.
Tiembla el Poder Judicial: Carrió prepara su regreso con un explosivo informe
También el riesgo de perder a Carrió existe y una parte menor pero real del poder prefiere sostenerla. El país reconoció la corrupción kirchnerista a través de las denuncias de los años pasados de Carrió y no quieren perder el capital político. Menos que menos tenerla en frente. Saben que enojada podría desembocar en los espacios políticos menos pensados. Esta mirada daría cobijo a pesar del enojo, sería un matrimonio por el amor que fue en el pasado. Novelas que suelen terminar mal, y debilitaría al Gobierno.
La diputada ya no tiene el vínculo que tenía con Macri. Su convencimiento de que maneja el poder por teléfono, su individual y agresiva forma de tratar a través de los medios a sus compañeros genera enojos en todos los ministerios que Perfil pudo chequear. Descalificó para peor a Patricia Bullrich, la ministra más ponderada por Macri en los últimos meses, y más aún post G20 donde su tarea fue difícil de superar a ojos del presidente. No va a retroceder la política oficial con el endurecimiento de las penas, y el accionar de las Fuerzas de Seguridad con respecto al delito. De hecho, la Justicia sabe que las próximas medidas irán a desnudar la inacción del poder Judicial frente al delito. Mensajes de la política en tiempos de renovación, algunos dicen que recién ahora empieza el bosquejo que tiene Mauricio Macri para con el sector.
¿Es Carrió sinónimo de éxito electoral como lo fue en 2013 contra Macri?
¿Quiénes van a estar en contra del nuevo protocolo de Seguridad que impulsa Bullrich? Hugo Moyano, el Peronismo alternativo, Cristina Kirchner, Juan Grabois, la izquierda y Elisa Carrió. Quizás llegó el tiempo de que la chaqueña entienda que las opiniones tienen consecuencias y sus reiteradas coincidencias con Cristina Kirchner, Moyano y Grabois no sea coincidencia.