Antonia Macri es la más famosa de los hijos de Mauricio. Y eso que tiene apenas cuatro años. Desde que nació, en octubre de 2011, su vida transcurre como si se tratara de un reality: sus cumpleaños requieren una cobertura especial de las revistas de la farándula y, cada vez que aparece en brazos de sus padres, una jauría de fotógrafos corre a retratarla en busca de su mejor sonrisa.
Nada que ver con sus otros tres hermanos, cultores del perfil bajo y conocidos por ser portadores de apellido.
Agustina (32) es la más grande de los tres hijos que el actual jefe de gobierno porteño tuvo con su primera esposa, Yvonne Bordeu. Estudió sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero también cursó la carrera de cine en España, donde vivió durante un largo tiempo y se perfeccionó como documentalista. También trabajó como mesera en un bar, en un acto de rebeldía familiar.
Sin desearlo, Gimena (28) tuvo un fugaz protagonismo mediático cuando su padre la mencionó en un discurso que despertó una enorme polémica. En abril de 2014, y en medio de un crisis de inseguridad, Mauricio dijo que le “dio tranquilidad” que Gimena, estuviese en San Francisco por cómo está la situación en la Argentina. En esa oportunidad, el jefe de Gobierno contó que a la joven le habían robado seis veces en el país, por lo que reclamó que “hay que hacer las cosas bien para poder vivir acá, para salir de esta locura de violencia”.
No hace mucho volvió a mencionarla en una charla que brindó en Santa Fe, cuando contó que había sido víctima de un nuevo hecho delictivo en su departamento de Palermo.
Francisco es el único hijo varón. Y el que comparte su pasión por Boca. Tiene 25 años y poco es lo que se sabe de él.
“Son tres personas, tres historias, tres vidas. Seres independientes y distintos a mí que vivirían sus vidas mucho más allá de la mía, con sus propias pasiones, sus propios sueños, con destinos que podrían ser diferentes y hasta antagónicos a lo que yo podía imaginar para ellos en ese momento”, escribió el presidente electo en su sitio web.
Su debilidad. A los 56 años, Mauricio reeditó su rol de padre como hace 32, cuando nació Agustina. “A veces me quedo mirándola mientras juega con Juliana en lo que es la escena más hermosa de mi vida, y mientras las miro me pregunto ¿qué vida vivirás, Antonia?”. A partir del 10 de diciembre empezará a trabajar por un futuro mejor, no sólo para sus hijos sino para toda una nación.