Seis ex prefectos fueron condenados este viernes con penas de hasta 10 años de prisión por torturar a dos jóvenes integrantes del colectivo La Garganta Poderosa en la villa Zavaleta del barrio porteño de Barracas, el 24 de septiembre de 2016.
A casi dos años del hecho, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 condenó a los ex prefectos Leandro Antúnez, Osvaldo Ertel y Orlando Benítez a una pena de 10 años y seis meses de prisión; mientras dictó la pena de 8 años y 11 meses a Eduardo Sandoval, Yamil Marsilli, y Ramón F. Falcón.
Villa 21-24: denuncian torturas de Prefectura
Los seis ex prefectos fueron considerados culpables por los delitos de imposición de torturas, privación ilegítima de la libertad, lesiones leves, robo agravado y calificado por uso de armas de fuego y por haber sido cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad, según consignó la agencia de noticias NA.
Además, el tribunal dictaminó que ninguno de los ahora condenados podrá volver a ejercer un cargo público. El ministerio de Seguridad de la Nación había dispuesto en octubre de 2016 dar de baja a los efectivos imputados.
Caso. La noche del 24 de septiembre de 2016, seis agentes de la Prefectura Naval Argentina detuvieron a Iván Navarro y a un amigo en el barrio Zabaleta. Según constan en la denuncia, los efectivos "en forma ilegal, los esposaron, los golpearon y amenazaron con matarlos a tiros u obligándolos a arrojarse a las aguas del Riachuelo".
Los jóvenes explicaron que recibieron trompadas en la cara y palazos en las piernas. "Nos obligaron a tirarnos al piso y hacer flexiones de brazos, hasta que uno le saltó sobre la espalda" a uno de ellos "y otro me preguntó a mí dónde quería el tiro". Los agentes, según denunciaron, "alterados, como sacados", los "esposaron a un caño y dispararon varios tiros al aire", mientras les quitaban las camperas "que supuestamente habíamos robado". "Se reían cuando nos ponían un cuchillo en el cuello y nos decían que también les parecían lindas nuestras zapatillas, nuestras cadenitas, nos sacaron todo". Uno de los prefectos, contaron, puso su arma en la nuca del menor, para obligarlo a rezar: “Dale, un Padre Nuestro para que no te mate, dale", decían. Al final, los soltaron, los encañonaron por la espalda, con una escopeta, y los amenazaron: "Corran bien rápido, o van a ser boleta".
J.D. / M.S.