“La plata no desaparece, hay que buscar facturas truchas”. La frase la soltó el último jueves durante el encuentro de la Asociación Empresaria Argentina nada menos que Alberto Abad, el ex titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que trabajó durante una parte del gobierno de Néstor Kirchner y también hasta hace poco bajo la administración de Cambiemos.
“Los fondos ilícitos se blanquean a través de empresas que hacen facturas truchas”, explicaba el ex funcionario en diálogo con este medio. “Lo que falta es la ruta del dinero”, comentaba a su lado Miguel Blanco, el coordinador del Foro de Convergencia Empresarial (FCE). Parecían anticipar los movimientos que la causa que lleva adelante el juez Claudio Bonadio tomó en las últimas horas.
“Nosotros en mi gestión fuimos contra las facturas truchas”, recuerda Abad, y asegura: “Basta ver las empresas que hacían facturas truchas en el caso Skanska para entender todo”.
El circuito que describen Abad y los expertos en este tipo de maniobras es el siguiente: si hay un flujo de dinero ilegal, como en este caso el pago de coimas, es necesario generar algún gasto apócrifo para justificarlo y meterlo en el circuito legal de dinero. Esas son las “usinas de facturas truchas”, o empresas fantasma que permiten justificar todo tipo de pagos.
Los cuadernos de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, número dos del Ministerio de Planificación Federal en el kirchnerismo, enumeran una gran cantidad de pagos por parte de empresarios en efectivo y por fuera de la contabilidad de las empresas. Encontrar los mecanismos por los cuales entraron y salieron al sistema es el desafío de la Justicia y también de la propia AFIP, que Abad dejó de conducir este año cuando fue reemplazado por Leandro Cuccioli. La AFIP, justamente, está colaborando con la causa para dar con la ruta del dinero.