El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner siempre quiso transformar el Hospital Nacional Alejandro Posadas en un emblema en materia de salud. Quizás sin darse cuenta, en cambio, lograron convertirlo en un icono de lo que fue la gestión K: muchos gastos, pocos resultados.
Este centro de salud del partido bonaerense de Morón es uno de los pocos que quedan bajo la órbita del Ministerio de Salud, que acumuló un derrotero sucesos que lo hicieron noticia con los años. Ninguna fue positiva.
El Posadas, que intervenido hoy por decisión de la jefa de Estado, era dirigido por un médico muy cercano al entorno Kirchner. El doctor Donato Spaccavento, nombrado en junio del año pasado, tenía en su currículum no sólo haber dirigido el Hospital Argerich sino además haber armado una sala especial para la atención del entonces presidente Néstor Kirchner.
En sus primeros días de mandato, el “pingüino” había pedido especialmente que el Argerich sea su hospital de guardias. Aunque cuando sufrió complicaciones serias de salud optó por la medicina privada, en ese momento el santacruceño se convertía en el primer presidente en elegir la atención pública. Para eso, Spaccavento había reacondicionado con “gastos mínimos” la “sala especial”.
Al asumir su mandato en centro de salud del oeste bonaerense, el médico dijo que iba a "trabajar para transformar al Posadas en el hospital insignia nacional, para que sea la referencia de todo el sistema público de salud. “Queremos hacer un aporte para que el Posadas se convierta en el hospital de derivación de una zona de seis millones de habitantes. Vamos a resolver los problemas de personal y de estructura orgánica", proclamaba.
No era el primer intento en convertirlo “emblema”. En julio de 2010 la Presidenta encabezó un acto en el hospital para anunciar que -con el financiamiento del Ministerio de Planificación- se iban a destinar 176 millones de pesos en infraestructura y ambulancias.
En julio de 2013, el hospital que atiende a cuatro mil pacientes por día y recibe unas diez mil consultas diarias volvió a estar en la agenda de la mandataria. “Vamos a dejar un Posadas refaccionado a nuevo, un hospital emblemático de la zona Oeste de la provincia de Buenos Aires, del Conurbano”, dijo Cristina, en un nuevo desembarco de fondos.
Para agosto de 2014 ya asomaba un fuerte conflicto sindical: “El año que se inicia también va a ser agitado”, manifestaban los trabajadores mediante un comunicado, en uno de los tantos paros que encabezaron. “En tanto y en cuanto no están resueltos los principales problemas del Hospital, los que involucran al personal, las condiciones de trabajo, cuyo punto máximo es la situación que soportan los compañeros de la guardia de adultos, la carencia de insumos, con todo lo que este hecho significa”, denunciaban
Cada vez que se hablaba del Posadas, era para dar malas noticias. En noviembre del año pasado, un paciente del hospital y un camillero murieron al caer desde la terraza. El paciente, Ariel Morisse, de 37 años, había llegado con problemas psiquiátricos y caminó hasta la terraza. Amenazó con suicidarse. El camillero, Emanuel García, de 32 años, intentó convencer al paciente para que bajara y al tratar de agarrarlo los dos cayeron al vacío y murieron.
La “agitación”, planteada por los sindicatos, finalmente se cumplió. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández anunció que el Ejecutivo intervendrá desde el sábado la administración del Hospital Posadas. Aunque no pudo detallar el monto, el argumento fue económico. “El nivel de inversiones no se condice con las prestaciones de los servicios”, explicó.