No era el deseo de Mauricio Macri. Hace seis meses, cuando uno de sus asesores (político, no económico) más cercanos le acercó la idea, él se negó. En ese momento, cuando aún siquiera habían cambiado las metas de inflación, el presidente evaluó que habría un fuerte costo político si el Gobierno decidiera volver al FMI. Era una decisión política, no económica.
Pero todo cambió: las monedas del mundo se devaluaron frente al dólar, las tasas de interés de EEUU subió y la posibilidad de Argentina de cubrir el rojo fiscal se complicó. Acaso por ello, Macri dejó que Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda, recupere el vínculo con el FMI, pensando en un hipótetico salvataje. Y el momento llegó. Aunque, en rigor, se venía cocinando hace al menos tres semanas, la corrida del dólar aceleró los tiempos. El jefe de Estado decidió avanzar.
El discurso del jefe de Estado grabado y difundido este martes lo supervisó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y fue revisado por Dujovne y los vicejefes de Gabinete. Se cuidó de no imitar ninguna frase del 2000 que remita a la Alianza. Corto y conciso, como el diálogo muy cortito que mantuvo Macri con la directora ejecutiva del FMI, Christine Lagardé.
“El costo político lo estábamos pagando si seguía subiendo el dólar”, arriesgaban las fuentes oficiales este martes.
El inconveniente central ahora pasará por las “recomendaciones” que solicite el FMI para dar un crédito. Las fuentes oficiales no dudan: pedirán un mayor ajuste fiscal, al anunciado por Dujovne el viernes (bajará de 3,2% a 2,7% el déficit este año). El ministro de Hacienda estaba preparándose esta tarde para viajar a Estados Unidos, en busca de encarar la negociación en las próximas horas.
Un problema fundamental es que el ajuste golpea en dos de las bases del “modelo M”: el crédito hipotecario en UVA (ajustado por inflación), que con la suba de tasas se verá duramente afectado; y las obras públicas, motor de la recuperación económica en los últimos dos años, en particular en el sector que une las dos bases, la construcción.
Así y todo, en Casa Rosada muchos funcionarios explicaban que “hay que esperar” que baje la espuma de la divisa norteamericana en esta semana y, si sale del foco, se acomodará arriba de $22 sin escaladas.
De esto hablaron hoy los coordinadores del gabinete económico, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, con el presidente. En el Gobierno se ilusionan con sortear la crisis rápidamente. Una ambición que puede chocar con la realidad.