El subsuelo de la jefatura de la Policía Bonaerense es un mundo aparte: allí descansan miles de chalecos antibalas nuevos, municiones de todo tipo y más de 12 mil armas en un gran taller donde trabajan diariamente siete armeros. Tres pisos más arriba se encuentra el despacho del ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo.
Uno de los inconvenientes con que se encontraron las autoridades que asumieron en diciembre en el Ministerio de Seguridad, fue el estado de las armas que portan los agentes. Según los primeros datos de un informe que está preparando el área, dos de cada diez pistolas no funcionaban o debían salir de circulación.
En la primera tanda de relevamiento, sobre 2.703 armas, un 15,6% no funcionaba o necesitaba un recambio mientras que otro 7% tuvo que cambiar el cargador. Además, unas 6.800 armas ya pasaron para un service y se entregaron 26.425 municiones de pistolas 9 milímetros. En este último caso, en general se recambian municiones viejas o humedas, producto de no realizar un recambio por largo tiempo.
Relevamiento. La revisión de las armas se inició a mitad de año cuando el gobierno de María Eugenia Vidal comenzó a entregar chalecos antibalas para cada uno de los agentes. La orden que le impartió la gobernadora fue que cada uno de los 92 mil policías debían tener su propio chaleco. Hasta el año pasado, sólo un tercio usaba uno propio. El resto lo compartía. De allí el término “chaleco caliente” que acuñaron en la fuerza.
En ese marco, el jefe de la Bonaerense, Pablo Bressi, y el subjefe, Fabián Perroni, decidieron sumar las verificaciones masivas de armas en cada distrito y el revelamiento de su estado.
Los primeros trabajos se dieron en Mar del Plata, Bahía Blanca, Pinamar y Villa Gesell, donde los especialistas se instalaron en las departamentales para que los efectivos puedan presentar sus inconvenientes con las armas.
Luego se sumó el Conurbano, en especial las zonas más “calientes”: La Matanza, Lanús, Escobar, Hurlingham, Tigre, Tres de Febrero y Lomas de Zamora. La situación tanto en el Interior como en el Conurbano era similar. “En cada lugar los datos eran parejos, cerca del 20% o tenía un arma obsoleta, o había que repararla o directamente cambiarla”, cuenta uno de los funcionarios a cargo del tema.
“Lo que cambió es que antes se hacían inspecciones para retar a los efectivos y ahora la idea es que tomen conciencia del cuidado de sus armas”, agrega. En ese marco, también en esas verificaciones se les enseña cómo cuidar mejor su elemento de trabajo.
Un caso insólito se dio en Villa Gesell, donde los funcionarios de Seguridad se encontraron con una pistola Browning de 1965 en manos de un agente.
El relevamiento que comenzó a mitad de año es progresivo y, en principio, servirá para armar un inventario, una de las deudas no monetarias que dejó Scioli en sus ocho años como gobernador. Según los cálculos que realizan en el equipo de Ritondo, hay más de 60 mil armas en funcionamiento en la Bonaerense.
El arma reglamentaria de un efectivo de calle es la 9 milímetros con martillo a la vista. La mayoría son Bersa Thunder PRO. Sí, “PRO”. En el depósito del subsuelo hay armas obsoletas. Allí hay marcas de todo tipo y, en los próximos meses, serán incineradas.