La investigación por la fuga de los hermanos Martín y Christian Lanatta, y Víctor Schillaci tuvo ayer las primeras novedades desde que los acusados del triple crimen de General Rodríguez fueron recapturados. El fiscal Cristian Citterio, quien busca determinar cómo lograron fugarse del penal de máxima seguridad de General Alvear el 27 de diciembre pasado, solicitó ayer la prisión preventiva de tres imputados por el delito de “participación necesaria” en la fuga.
Se trata de Marcelo Melnik –alias “Faraón”–; Franco Schillaci –hermano menor de Víctor–, y el subprefecto César Tolosa –el jefe de Seguridad del penal, que estaba de turno durante la madrugada de la fuga–, considerados cómplices en el escape de los tres condenados.
Melnik y Franco Schillaci están acusados de asistir a los prófugos desde afuera del complejo penitenciario. Tolosa, en cambio, negó haber mantenido contacto directo con los presos en la cárcel, pero Citterio cree que pudo facilitarles la información necesaria para concretar la fuga.
El juez de Azul decidirá en los próximos días si da lugar al pedido del fiscal. Además, en la próxima semana Citterio debe tomar nuevas decisiones sobre otros miembros del Servicio Penitenciario de la provincia de Buenos Aires.
Ayer, el caso tuvo otro confuso capítulo. El abogado que negoció la supuesta entrega de Schillaci durante los primeros días de fuga –que nunca se concretó– denunció que recibió dos balazos en una pierna en Pinamar. Hugo Icazati está fuera de peligro, pero debió ser intervenido cuando el jueves por la noche un grupo de desconocidos disparó cinco veces desde un auto. Por el hecho habría un detenido, según la versión de su esposa.
Para la fiscalía, Franco Schillaci y otros tres hombres –que ya están detenidos– fueron a buscar a los presos en dos vehículos hasta General Alvear. Para los investigadores, los cómplices los recogieron y los llevaron a un escondite en el sur del Gran Buenos Aires.
El “Faraón” está en la mira por haber prestado su vivienda para alojarlos después del escape. Se trata de una quinta en la localidad de Florencio Varela. El acusado es dueño de una pizzería en Quilmes y visitaba habitualmente a Schillaci en la cárcel. Tras la fuga reconoció que los prófugos estuvieron “cinco minutos” en su quinta. Para la Justicia, habrían estado allí varias horas. Además, les facilitó un vehículo, dinero y armas para que continuaran el escape.
La suegra de Cristian Lanatta, Elvira Martínez, también está procesada por prestar colaboración en la fuga. La mujer tardó varios días en informar a la Justicia que su ex yerno había ido hasta su casa de Berazategui estando prófugo y que de allí se llevó una camioneta Renault Kangoo luego de amenazarla. Para el fiscal, la versión de la mujer es falsa y cree que asistió a los prófugos. En ese mismo vehículo, los Lanatta y Schillaci llegaron hasta un escondite en San Carlos, Santa Fe, donde permanecieron unos días.
La camioneta había sido adquirida por la suegra de Cristian Lanatta a fines de diciembre, días antes de la fuga.