El Gobierno dejó de lado el discurso anticasta y comenzó a explorar nuevos acercamientos a la oposición dialoguista. Pero la relación no será sencilla ni lineal ante aquellos dirigentes que ya reclaman por lo bajo que la administración Javier Milei enseñe resultados tras la sanción de la ley Bases.
Uno de los principales referentes de la oposición en el Parlamento, clave para que el principal proyecto del oficialismo no naufrague, habló del tema esta semana. Suelto de cuerpo, tras un almuerzo en el centro porteño, pidió que la Casa Rosada destierre de manera definitiva los ataques y agravios y se dedique “a gobernar”. También, que aquellos sectores que no comulgan con el oficialismo, pero entablan conversaciones con su ala política fueron “muy generosos” al dar sanción a la iniciativa.
“Hicimos todo lo que teníamos que hacer. ¿Qué más quieren?”, se preguntó el experimentado legislador ante un selecto grupo de interlocutores. En un sector del radicalismo la sensación es similar. Mientras que en La Libertad Avanza saben que no será una tarea sencilla reunir nuevos consensos para retomar la agenda legislativa y tratarán de sondear la predisposición de los opositores proclives a la conversación mediante reuniones en Balcarce 50 que se desarrollarán a partir de los próximos días.
Esos encuentros estarán encabezados por Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia, y Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, y se hablará de la reforma política que el oficialismo tiene en carpeta. En un año no electoral, en LLA ven viable que la propuesta avance, con la posibilidad de incorporar ideas de otros bloques. A su vez, aparecerá en los idas y vueltas la ley hojarasca, un proyecto de desregularización del Estado a cargo del ministro Federico Sturzenegger.
En Rosada reconocen que la ley Hojarasca tendrá demora y podría fraccionarse
En ese punto, en Balcarce 50 reconocen que el proyecto del extitular del Banco Central tendrá demoras y subrayan que hay chances de que se fraccione, tal como ocurrió con la ley Bases original. Otro de los objetivos de las conversaciones será aceitar relaciones que tengan su correlato en la conformación del Consejo de Mayo, un tema que el Gobierno no quiere descuidar. De hecho, bajo ese marco, ya convocó mediante la Secretaría de Trabajo de Julio Cordero a la CGT, un sector al que se busca contener y que tiene una agenda de pedidos sin respuesta, que van desde el futuro de las paritarias hasta la reforma laboral.
Con todo, en la Casa Rosada saben que los diálogos no serán lineales y que habrá puntos de consenso y desacuerdo. A su vez, que el margen de error comenzó a achicarse y que el desafío pasa por enseñar gestión, sobre todo con la ley Bases en marcha, aunque la esperanza es que la economía muestre signos de recuperación en el último trimestre del año.
Hay conciencia de que el panorama económico, hoy atravesado por las turbulencias del mercado cambiario, será un factor determinante a la hora de sentarse a dialogar con la oposición. Con signos de debilidad a la vista y sin mensajes que tranquilicen al mercado, las conversaciones se complicarán.