POLITICA
Macri en Japón

'Pressing' del Gobierno para firmar el acuerdo Mercosur-UE en la Cumbre del G20

Una parte de la comitiva que debía reunirse con el Presidente, en Osaka, permanece en Bruselas. Faurie y Sica proseguirán con las reuniones.

cancilleres del Mercosur 27062019
Los cancilleres del Mercosur seguirán conversando con los funcioanarios de la UE en paralelo al G20 | Cedoc Perfil

¿Habrá un anuncio de acuerdo Unión Europea-Mercosur en las próximas horas o días? La pregunta del millón tiene una respuesta de manual de boca de los funcionarios involucrados: “No hay nada hasta que no esté todo cerrado”. Y sin embargo, las sensaciones transitan por un rango diverso de optimismo. Por lo pronto, la Argentina, junto a Brasil y el resto del Mercosur, ensayan un camino de pressing doble, por arriba y por abajo, desde Bruselas y Osaka en simultáneo.

Una parte de la comitiva argentina que debía reunirse con el presidente Mauricio Macri y el resto de los funcionarios nacionales en Osaka, Japón, para asistirlo en la cumbre del G20, quedó finalmente en la escala de Bruselas con la misión de allanar el camino para uno de los anuncios político-comerciales más ambicionados por Cambiemos desde 2016. Mañana siguen las reuniones con los funcionarios del bloque europeo con quienes ya estuvieron hablando hasta doce horas hoy.

El canciller Jorge Faurie y el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, lideran estas negociaciones, secundados por el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Horacio Reyser, y la Secretaria de Comercio Exterior, Marisa Bircher. Del otro lado, se encuentran los encargados de Comercio y Agricultura de la Unión Europea, Cecilia Malmström y Phil Hogan, respectivamente.

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“No hay nada hasta que no esté todo cerrado", dicen en la Cancillería mientras trabajan en un dossier explicativo por si hay anuncio

En la Cancillería argentina, se mantiene el hermetismo, mientras trabajan con apuro en un complejo dossier explicativo sobre el potencial acuerdo entre los bloques por si acaso se produce el anuncio. No se atreven a aventurar qué posibilidades reales hay de que tenga lugar en el marco del G20 porque la experiencia prueba que los líderes pueden detonar cualquier entendimiento ante el mínimo pretexto. Y en los últimos años, de 19 que lleva la negociación, hubo más de un amague.

No son casuales las advertencias de uno de los mandatarios más reticentes a la hora de la firma de una zona de libre comercio entre los bloques, el presidente francés, Emmanuel Macron, quien sugirió que no permitirán el ingreso de productos que provengan de un país que desconozca el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Brasil se ubica en esa línea desde la llegada al poder de Jair Bolsonaro.

Será tarea del brasileño convencerlo respecto a ese modo de pensar o conseguir que su escepticismo ambientalista no tuerza el resultado positivo que su canciller, Ernesto Araújo, intenta alcanzar junto a Faurie y sus pares paraguayo y uruguayo en Bruselas. También Macri se verá con Macron para lograr un visto bueno que no es fácil. Tanto en Francia como en Polonia o Irlanda, el sector del agro es fuerte en la defensa de sus intereses.

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Las expectativas están puestas en conseguir, al menos, el consenso necesario para rubricar algún tipo de mensaje político, ya que faltan resolver un número de cuestiones técnicas para concretar el universo de productos a liberar y cuáles de ellos ingresarán en un esquema progresivo de desarancelamiento y cuotas. Además de los productos, un acuerdo de este tenor contempla otros capítulos como el tema servicios, participación en licitaciones, marcas, etc.

La Red Observar, que integran el Centro de Política Argentina (CEPA), el Observatorio de Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (Ocipex), la Fundación Soberanía Sanitaria y el Grupo Efecto Positivo, entre otras organizaciones, comparó el acuerdo con la construcción de un ALCA “silencioso” que “podría modificar radicalmente la estructura productiva, laboral y distributiva de los países del Cono Sur”.

Las expectativas están puestas en conseguir, al menos, el consenso necesario para rubricar algún tipo de mensaje político.

Advierte, en su reporte de junio disponible a través de sus redes, que muchos de los puntos conflictivos del acuerdo en construcción permanecen en gran medida al margen de la agenda de sindicatos, parlamentos, Pymes y organizaciones sociales. Asegura, además, que no se reconoce asimetría entre las partes sino que “se apunta a consolidar una especialización productiva en donde Argentina se limitará a funcionar como un proveedor internacional de materias primas, sin posibilidad alguna de diversificar sus exportaciones”.

En el Gobierno, por su lado, ponderan las conversaciones a lo largo de estos años como una oportunidad de futuras inversiones para la Argentina y el resto del bloque. Reconocen que no será un acuerdo positivo para el campo pero entienden que los beneficios para el resto de las áreas, y la posibilidad de que terceros lleguen al país haciendo uso de esta plataforma, superará por mucho las desventajas de competir con arancel cero en determinados rubros.

CP