Tras una vertiginosa semana en Brasil, el papa Francisco se despidió finalmente de Río, ciudad anfitriona de las Jornadas Mundiales de la Juventud. "Parto con el alma llena de recuerdos", expresó el pontífice, poco antes de abordar el avión que lo llevará de vuelta al Vaticano.
"Ya comienzo a sentir saudades", confió el Santo Padre. "Ya empiezo a extrañarlos", añadió. "Dejo semillas, que brotarán en otra cosecha", vaticinó el obispo de Roma, confiado en que su paso por Brasil ayudará a que la Iglesia Católica encuentre la renovación que les pidió a los obispos.
"El Papa se va y les dice 'hasta luego', un 'hasta luego' ya extrañando, y no se olviden de que les pide rezar por él", suplicó, ante un público emocionado por su presencia.
Promesa. El vicepresidente Michel Temer agradeció en nombre del gobierno de Brasil la gira del Sumo Pontífice y prometió que, en su próxima visita -prevista para 2017-, encontrará al país con una manifestación religiosa mayor que la actual. "Papa Francisco, simplemente entre sin pedir permiso, las puertas están abiertas", expresó Temer, en respuesta a una de las declaraciones de Francisco en la favela de Varginha.
De esa forma, el Papa acabó con su estadía por Río de Janeiro, que venía convulsionada por las masivas protestas contra los gastos de gobierno. Justamente, durante su discurso de despedida, el vicepresidente enfatizó que con su presencia "trajo paz y armonía a la nación". Nada dijo, sin embargo, respecto de las dos protestas realizadas en la ciudad carioca esta semana.
En su primera gira internacional, Francisco ratificó los principales lineamientos de su pontificado. A los jóvenes les pidió que "se rebelen contra esta cultura de lo provisorio", al ratificar el matrimonio como una responsabilidad permanente.
Frente a los adolescentes que fueron voluntarios durante toda la semana, sostuvo un discurso en sintonía con su mensaje del jueves cuando les pidió a los argentinos que "con el perdón de los obispos, hagan lío en las diócesis, salgan afuera". "Si la Iglesia no sale, se convierte en una ONG y la Iglesia no puede ser una ONG", remarcó.
La algarabía terminó este mediodía, luego de reunirse con la presidenta Dilma Rousseff; su par boliviano, Evo Morales, y la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner. Tras la misa dominical, se reunió con los obispos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y esbozó un panorama crítico de la Iglesia Católica. "No se ofendan, pero creo que estamos muy atrasados", se quejó.
Para quienes tenían dudas sobre el cambio de aire en la curia romana, el Papa ratificó que busca una "renovación interior y exterior" de la institución. Para eso, pidió a los obispos que "vayan a la periferia" a misionar y devolver algo de fe a los católicos que se apartaron de la Iglesia. "Deben conducir, que no es lo mismo que mandonear", señaló. "Tienen que ser hombres que amen la pobreza, que no sean ambiciosos, que no tengan psicología de príncipes", explicó.
Frente a 45 altos prelados de la región, Francisco remarcó que cuando "la Iglesia se erige en un centro se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG". Entonces soslayó " la posición de un discípulo misionero no es de centro, es de periferias. Vive en las periferias existenciales porque descentra. El centro es Jesucristo que convoca y envía".
El sucesor de Pedro se puso al hombro sus dichos en distintas oportunidades de la semana. El miércoles visitó un hospital de exadictos, desde donde condenó la legalización del consumo.
El jueves, acudió a la favela Varginha y lanzó: "Habría querido llamar a cada puerta, decir 'buenos días', pedir un vaso de agua fresca, tomar un 'cafezinho', hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos..."