POLITICA
Entrevista

José Angel Di Mauro: "Está claro que Cristina no llegará al Senado para tocar la campanita"

El periodista especializado en la actividad legislativa publicó "Gobernar en Minoría. El karma de la gestión Cambiemos". Qué dejaron estos cuatro años de Cambiemos y que se espera para las Cámaras a partir del 2020.

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El periodista José Di Mauro | Cedoc

Hace exactamente 30 años, en 1989, el periodista José Angel Di Mauro creó la revista Parlamentario. Y a partir de allí se transformó en una referencia fundamental para saber lo que pasa en el Poder Legislativo. Con el paso del tiempo y la llegada de Internet, en el año 2000 comenzó a editar Parlamentario.com, manteniendo la esencia de la información del Congreso. El periodista acaba de publicar su nuevo libro "Gobernar en Minoría. El karma de la gestión Cambiemos", donde analiza los 4 años que pasaron y también se aventura en pensar que puede pasar en el 2020.

-Perfil.com: - Si tuvieras que definir las virtudes y las falencias de Cambiemos en el Congreso, ¿cuáles serían?

-Di Mauro: - Las principales virtudes hay que buscarlas en los primeros dos años, que fueron los más productivos de la gestión en el Congreso -y el Parlamento siempre fue un reflejo de lo que se vivía a nivel nacional-. Durante ese tiempo se lograron los consensos necesarios para trabajar en el Parlamento. Y lo lograron a partir del armado de un bloque de 17 diputados, el Justicialista, que respondía a los gobernadores. Con eso Emilio Monzó se garantizó durante dos años la mayoría para sacar las leyes que necesitaba el gobierno nacional. Con ellos y con el Frente Renovador, con el que Cambiemos contó hasta que desde lo más alto del poder se dinamitaron los puentes con Sergio Massa. Y ahí llegamos a las falencias, que comenzaron a advertirse sobre todo a partir del triunfo en las elecciones intermedias, cuando la parte con más poder de decisión en el gobierno llegó a la conclusión de que había que privilegiar la decisión de mantener la identidad y todos los acuerdos quedaron atados a lo que pudiera resolverse con los gobernadores. El reformismo permanente fracasó rápidamente, yo digo que quedó aplastado bajo 14 toneladas de piedras en la Plaza de los Dos Congresos, y el gobierno comenzó a experimentar una acelerada pérdida de legitimidad y poder. Esos dos primeros años fueron precisamente “los más difíciles” para el Frente para la Victoria en Diputados, tal cual le admitió Agustín Rossi a Héctor Recalde, el primer presidente del bloque en esa Cámara, a su sucesor.  Y Monzó define el cuadro muy bien al dividir la experiencia Cambiemos en dos etapas: la primera con “un gobierno con un crédito muy fuerte en la sociedad”.  Ese crédito duró dos años -casi les dura menos-, pero lo cierto es que en la segunda etapa ese crédito nunca lo tuvieron. Y el gobierno debió depender en extremo de los gobernadores. Cuando relegó la política, el gobierno comenzó a flaquear. Tal vez la falencia mayor de la gestión Cambiemos la exteriorice bien Nicolás Massot, y se lo dijo en la cara al propio jefe de Gabinete la última vez que fue a la Cámara baja: un oficialismo nunca puede sentirse cómodo sin mayorías construidas.

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- ¿Cuál fue la ley más importante que obtuvo y cuál la que nunca logró sacar producto de la falta de negociación?

- Oficialistas y los opositores que más colaboraron para la aprobación de las leyes destacan siempre la de Mercado de Capitales. Pero sin duda yo creo que la más importante fue la del pago a los holdouts, que fue la primera que Cambiemos logró aprobar, en su primera sesión en Diputados. Era una verdadera prueba de fuego, porque su no aprobación hubiera tenido consecuencias graves y se alcanzó con mayorías amplias. Además, fue un verdadero mecanismo de relojería, porque tenía una fecha tope -el 14 de abril de 2016-; si la ley no estaba para entonces corría riesgo toda la negociación. Y no podía tener errores, porque no había tiempo para que eventualmente volviera del Senado a Diputados para hacer modificaciones. El caso testigo en cuanto a leyes que no salieron es la reforma laboral, que nadie se explica que no se haya negociado de un modo tal que por lo menos les hubiera permitido aprobarla por tramos, como alguna vez se esbozó como alternativa. Su fracaso marcó el principio de la acelerada pérdida de poder en la segunda etapa de Cambiemos en el Congreso.

- ¿Creés que la oposición dejó gobernar a Cambiemos?

- El kirchnerismo intentó en Diputados hacer un bloqueo de leyes, pero no tenía el número para lograrlo. En el Senado, donde el bloque que presidía Pichetto era amplia mayoría, claramente se le garantizó al oficialismo las leyes necesarias para gobernar. Salvo casos puntuales, Cambiemos pudo aprobar las leyes que se propuso, aunque es falso aquello de que “a este gobierno le aprobaron todas las leyes”. El de Macri es el gobierno con menor cantidad de leyes aprobadas durante su gestión, y largamente el de menor porcentaje de leyes enviadas por el Poder Ejecutivo aprobadas. Solo un 29%, cuando el resto de los gobiernos, hasta el de De la Rúa, contaron con más de un 40% en ese concepto. Es una lógica consecuencia de un gobierno en minoría, pero no es bueno ni malo en sí mismo; solo un dato de la realidad.

- ¿Cómo quedará Cambiemos post diciembre en caso de que Alberto Fernández gane la elección?

- Gane o pierda,en el Senado tendrá 24 senadores, 8 del Pro y 16 de la UCR (hay que ver cómo se define el tema de la lista en Neuquén, por la muerte de “Pechi” Quiroga). Si es oposición, quedarían en veremos acuerdos con aliados como el sanjuanino Roberto Basualdo, el salteño Juan Carlos Romero y el puntano Claudio Poggi, que no se sumarán al Frente de Todos, pero seguramente actuarán con independencia. El Frente de Todos será mayoría, con 40 miembros. En Diputados, si se mantuviera la unidad de Cambiemos, podría tener 110 integrantes (45 del Pro, 44 de la UCR y 15 de la CC), frente a un interbloque del FdT que sumaría 112 y será primera minoría.

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- ¿Monzó, Massot (ya fuera del Congreso) y Carrió, seguirán conviviendo bajo el paraguas de Cambiemos o habrá nuevas alianzas?

- Lilita ha dicho que se jubila, pero cumplirá antes los dos años que le restan de mandato. Y nadie la imagina alejada de la toma de decisiones. Pero su presencia conspira con la incorporación de otros sectores, como ha sucedido todos estos años, tipo Margarita Stolbizer, o los que Monzó sugería sumar a Cambiemos para ampliar su base de sustentación. En el caso de Emilio  y Massot, que han dicho que pondrán una consultora, en principio no los imagino sumándose al probablemente futuro oficialismo, con el que tienen puntos de contacto muy grandes, vía Sergio Massa. Pero dependerá de cómo vaya a ser el reparto de poder en el post macrismo,  si eso existe. Si Rodríguez Larreta toma la posta, lo veo convocando a Monzó y compañía; si es Macri, claramente eso no sucederá.

- ¿Los gobernadores se unirán en un solo bloque del PJ o la idea es mantener la independencia?

- Los interbloques llegaron para quedarse. Es el esquema que usó Cambiemos para la gestión de estos años y lo que repetirá seguramente el Frente de Todos siendo oficialismo, sobre todo tratándose de bancadas tan diversas que buscarán mantener sus identidades. Y el bloque de los gobernadores, el Justicialista -con las bajas que imponga la existencia de un bloque de Consenso Federal, adonde iría nada menos que el actual presidente del bloque en Diputados, Pablo Kosiner-, va a mantener su constitución. Con el guiño del propio Alberto.

- ¿Cómo imaginas el rol de Massa con La Cámpora?

- A Massa se lo ha visto a gusto con los principales dirigentes camporistas, así que no veo que eso vaya a modificarse. Y creo que va a hacer valer muy bien su rol de presidente de la Cámara, si gana Alberto. Como dijo Monzó en su momento: es un hombre muy capaz para hacerse notar en el cargo donde esté. Habrá que ver de todos modos qué grado de independencia tiene para armar todo el reparto de poder en el cronograma que viene. Confieso que no me imaginaba a Massa presidiendo la Cámara, sino en el Ejecutivo. Porque la tarea legislativa no es algo que lo entusiasme, según se vio en los años que estuvo en el cuerpo. Y sobre todo porque no veía a Cristina compartiendo poder con él en el Congreso. Lo pensaba en el Ejecutivo, como ministro. Pero entiendo que finalmente él, con buen tino y advirtiendo que la gestión que viene no la tendrá sencilla y que el primer gabinete puede ser fusible, ha encontrado en la presidencia de la Cámara baja un lugar ideal para reconstruir su figura.

- ¿Y el de Cristina en el Senado?

- El Senado siempre fue su lugar en el mundo cuando hablamos del Congreso. Cristina pasó en esa Cámara 11 años, 3 más que en la Rosada, así que la conoce a la perfección. Y si ganan, ahora tendrá la posibilidad de presidirla. Le querrá dar seguramente su impronta, en un momento bisagra, porque por primera vez desde 2001 ya no estará allí una pieza clave como es Miguel Pichetto. Descuento que tendrá el poder de elegir a quien será presidente provisional, e imagino para ese cargo a la camporista Anabel Fernández Sagasti, una de sus preferidas, a quien sentó el lunes pasado en la primera fila durante la presentación de su libro en El Calafate. Esos gestos en Cristina siempre tienen un justificativo. También estaba Oscar Parrilli, otro de los que se mencionan para el cargo, pero no me parece, tal vez presida el bloque FpV… Ya optó por una presidenta provisional cuando eligió a Beatriz Rojkés, desplazando a José Pampuro. Pero ya no tendrá la oportunidad de participar en los debates, aunque está claro que no será una figura decorativa. Está claro que no llegaría al Senado para tocar la campanita del Senado.