El antisciolismo kirchnerista ya no es lo que era. Al contexto de una CFK ubicada por encima de las internas por la sucesión, se le sumó el pedido de “no salir a matar” al presidenciable Daniel Scioli. Así fue que el cristinismo hard congeló, al menos por ahora y en plena pulseada con los fondos buitre, sus clásicas acusaciones de traidor en potencia.
Más que una relación lineal, el vínculo entre Cristina y Scioli es una especie de electrocardiograma, entendido y aceptado por ambos líderes peronistas. Pero la decisión presidencial de plantarse como la jefa de la competencia entre los precandidatos, le dio cierto aire al gobernador bonaerense.
A tal punto llega el “siga siga” oficialista, que el cristinismo pasó por alto la amistosa charla televisiva que el gobernador mantuvo con Marcelo Tinelli y, sobre todo, la provocativa invitación que le realizó a Eduardo Buzzi, titular de FAA y estrella de los piquetes agrarios por la 125. “Llamaría a Buzzi para trabajar con él”, afirmó Scioli, en una jugada tan audaz como inusual para su estilo. Una declaración que fue leída como un intento por desmarcarse.
“El sabe que crece en las encuestas cuando se separa del kirchnerismo ‘bobo’”, explica un funcionario camporista.
Sorpresivamente no hay ensañamiento comunicacional contra Scioli por parte de 6,7,8 y Télam, entre otros medios.
De hecho, si bien no existió una bajada de línea oficial a todos los ministros, sí hubo un pedido informal, pero concreto de no “salir a matar” Scioli. El diputado camporista Andrés Larroque, por ejemplo, se lo solicitó especialmente a D’Elía.
“No hay una orden explícita para todos, pero sí algunos llamados a los amigos”, revela un funcionario de la Rosada.
De fondo, la tregua kirchnerista con el gobernador apunta a no desenfocarse de la batalla política y cultural en contra de Thomas Griesa, los fondos buitre y el limbo retórico del default sí o default no. Sobre todo, porque esa pelea nacionalista amplía la simpatía social hacia la Presidenta y no la cristaliza en el núcleo duro del votante incondicional.
A diferencia del enfrentamiento larvado con Scioli, el de los buitres resulta mucho más redituable, en especial mientras no se traduzca en un impacto negativo sobre las dos variables económicas clave para la política: la inflación y la recesión.
Así, la paz scioli-cristinista se estiró más de lo que algunos sectores y precandidatos oficialistas hubieran deseado.
Casi resignados a que Cristina Kirchner no tutele ni tome partido, las tribus oficialistas más ideológicas preparan sus alineamientos con alguno de los presidenciables que supone una continuidad sin cambios: Agustín Rossi, Sergio Urribarri, Julián Domínguez y Jorge Taiana. Aunque no todas descartan un apoyo pragmático a Florencio Randazzo o al mismísimo Scioli.