Cualquier desprevenido que haya pasado por las inmediaciones de Corrientes y Alem, sede del Luna Park, y haya visto los micros estacionados en el Correo Central, los vendedores ambulantes de sanguches y choripanes, los bombos y las banderas, podría haber pensado que se trataba de uno de los tantos actos del justicialismo de los últimos siete años.
Pero si se miraba un poco más de cerca, se distinguía que entre las banderas dominaban las de La Cámpora y la Juventud Peronista. Que los choripanes compartían lugar con los puestos de ventas de remeras con leyendas kirchneristas. Y que los miles de manifestantes eran en su mayoría jóvenes que asistían a escuchar a Cristina y "apoyar el proyecto nacional y popular". Todo esto a sólo 72 horas de la angioplastía que salvó la vida de Néstor Kirchner y evitó dejar huérfano el liderazgo de dicho proyecto.
Las calles aledañas al Luna Park estaban colmadas. Sobre la avenida Corrientes se erigía un escenario donde tocó una banda que la locutora oficial llamó "Proyecto K", y que incursionaba en el novedoso género de la cumbia oficialista. Más tarde apareció Cristian Aldana, lider del grupo de rock alternativo El Otro Yo, quien impulsa una nueva "ley de la música" y un canal musical público cuando se implemente la Televisión Digital Terrestre. Frente al escenario, se blandían tanto banderas de las agrupaciones políticas como carteles contra la oposición y Clarín.
Si afuera las calles estaban colmadas, adentro del estadio no cabía ni un alfiler. Las mismas banderas y bombos que afuera, sumados a las casi 10.000 personas que se agolpaban en las tribunas. Los cánticos eran tan variados como las agrupaciones presentes: desde la marcha peronista hasta un insólito "¡Montoneros, carajo!" pasando por el clásico "el que no salta es militar". El calor y la falta de ventilación de un estadio cerrado tornaban el aire irrespirable. Carteles luminosos sugerían "prohibido fumar" y "cuide sus pertenencias", pero ninguno de los dos consejos se cumplía.
El acto comenzó con un video muy bien logrado en apoyo al kirchnerismo, con imágenes de archivo (del 20 de diciembre de 2001, por ejemplo) e hipotéticas imágenes de una argentina futurista y poskirchnerista, que destacaban las medidas del gobierno. Las imágenes de todos los opositores eran abucheadas cada vez que aparecían en pantalla.
El locutor oficialista saludó a "todos los compañeros presentes", en particular a los artistas K (Florencia Peña, Esther Goris, Andrea del Boca) y recordó que estábamos "en el Luna Park de los artistas populares, donde se conocieron Evita y Perón". Cuando finalmente anunció a "los compañeros Néstor y Cristina Kirchner", la ovación retumbó en todo el estadio, y sólo se acalló para cantar el himno nacional, interpretado por Lito Vitale.
Tras los discursos de los dirigentes Juan Cabandié (de la JP, tibiamente aplaudido) y Andrés "Cuervo" Larroque (La Cámpora), finalmente fue turno de Cristina, recibida otra vez con una ovación cerrada. El contrapunto entre la presidenta y el público fue inédito: después de aplaudirla, los presentes le gritaban "aguante" o "¡Cristina te quiero!". "Yo también los quiero, no saben cuánto", contestaba la mandataria.
En la mesa junto al resto de los dirigentes, Néstor Kirchner permaneció sentado y acompañó el discurso. A pesar de su reciente operación, parecía estar de buen ánimo, aunque algo cansado. Contra las especulaciones y el reclamo de los presentes, no habló después de su esposa, y el fin de las palabras de Cristina fue el final del acto.
Reconfortados por la buena salud de su líder, envalentonados por la asistencia multitudinaria, de buen humor por el buen clima, los manifestantes kirchneristas cantaban mientras se desconcentraban por las calles del bajo. Si los 49 días de la presidencia de Héctor José Cámpora en 1973 fueron conocidos como "la primavera camporista", las casi cuatro horas que pasaron en el Luna Park sin duda se les antojará como una "primavera kirchnerista".
(*) De la redacción de Perfil.com