Aunque había llegado con cierta tranquilidad porque todas las encuestas lo daban como ganador, aún faltaba saber si esa premonición, que le repetían tanto Jaime Durán Barba como su jefe de campaña, Marcos Peña, era la correcta. Mauricio Macri pasó el día intentando alejarse de los bocas de urna, entre el verde de su quinta y el fútbol. Los sondeos lo daban primero por un margen cercano a los diez puntos de diferencia. Poco importó que cuando vio las primeras mesas testigo, un sistema que tiene el socialismo hace años y que el PRO inauguró en 2015, la ventaja era de cuatro. Ya parecía cosa juzgada.
El líder de Cambiemos logró destronar del poder al kirchnerismo tras doce años de gobierno. El impulso de la victoria de María Eugenia Vidal en la Provincia el 25 de octubre había sido clave para llegar al ballotage: un golpe certero al corazón del Frente para la Victoria y una distancia de apenas tres puntos lo dejaron en una inmejorable condición.
En el búnker de Costa Salguero se agolparon funcionarios, dirigentes y legisladores El lugar no alcanzó. Un grupo se quedó afuera.
El resultado final, estrecho a menos de cuatro puntos, le dará mayor trascendencia a sus planes de “gobernabilidad”: convocar a todos los otros candidatos a presidente a una mesa, intentar instalar políticas de Estado en el Congreso y recrear el vínculo con sindicalistas y empresarios para sustentar un Gobierno que nace al calor del primer ballottage de la historia.
Contactos. Pasadas las 21 Macri había recibido el llamado de Daniel Scioli. En un escueto diálogo, el candidato del Frente para la Victoria lo felicitó por la elección. El candidato de Cambiemos le ofreció reunirse esta semana para empezar a acordar políticas. Scioli no se comprometió pero quedaron en seguir dialogando.
Minutos después, desde el escenario, Macri agradeció uno por uno: “por el esfuerzo y apoyo”, a Gabriela Michetti; y a María Eugenia Vidal (ovacionada con un estruendoso “Mariu, Mariu”). No por casualidad le dijo a la gobernadora electa “haber dado la batalla más difícil”. Agradeció también a Horacio Rodríguez Larreta y a su histórica secretaria, “Anita” (ver aparte). Luego mencionó a su esposa, Juliana Awada, a sus padres y a sus hijos. Pero al único que se acercó a abrazar fue a Marco Peña, jefe de campaña de Cambiemos, y futuro jefe de gabinete nacional, acaso uno de los cargos con mayor poder del país.
Ahora le quedarán semanas de definiciones: deberá anunciar su gabinete, en especial su ministro de Economía, y se sentará, durante esta semana, a definir todos los cargos ejecutivos no sólo del Gobierno nacional sino de la Ciudad y de la Provincia.
Es que tanto Vidal como Larreta esperaron este resultado para nombrar a sus colaboradores.