La pelea se centra en el tercio de votantes más volátil, aquel que aparece entre los oficialistas incondicionales y los opositores que jamás votarán amarillo.
A ese tercio enfoca el Gobierno una apuesta que, entre estrategia, anhelos y optimismo autoinducido, se resume en ocho puntos:
◆ Espera que la baja de la inflación otorgue mayor poder adquisitivo a salarios, jubilaciones y planes sociales tras el cierre de las paritarias.
◆ Busca expandir el crédito hipotecario en la clase media. Una suerte de “voto cuota” remixado. No sólo a través del Plan Procrear, que el jueves se relanzó formalmente, sino mediante una reactivación del mercado privado.
◆ Prevé una disminución de los productos electrónicos a partir del 1º de abril por la eliminación de los aranceles a las importaciones.
◆ Acelera unas 500 obras públicas, que en la mayoría ya están en ejecución y otras deben comenzar en el Conurbano a lo largo de 2017.
◆ También cree el Gobierno que tendrá un impacto positivo en el turismo y en el comercio la rebaja de los pasajes aéreos a partir del ingreso de las compañías low cost al mercado argentino. Los funcionarios se muestran especialmente seducidos por las ofertas de Norwegian, más allá de las polémicas en torno a la seguridad de las compañías de bajo costo a partir del accidente de Germanwings en 2015.
◆ También subrayan el impacto en las jubilaciones de la llamada “reparación histórica”, más allá del tropiezo presidencial en el programa de Mirtha Legrand.
◆ En paralelo, reforzarán la propaganda oficialista. Durante el partido entre Argentina y Chile, se lanzó la campaña “Haciendo lo que hay que hacer” y ya hay otras en carpeta con nuevos spots.
◆ Y finalmente los macristas mantienen intacta la expectativa de un crecimiento del PBI, a pesar de las profecías sin cumplirse como el remanido segundo semestre. “Alfonso (Prat-Gay) siempre nos decía que el crecimiento comienza desde el fondo”, repetía esta semana un ministro en un sorpresivo homenaje póstumo al separado ministro de Hacienda. La fe macrista afirma que ya se tocó fondo y ahora la curva es ascendente.
A ese tercio enfoca el Gobierno una apuesta que, entre estrategia, anhelos y optimismo autoinducido, se resume en ocho puntos:
◆ Espera que la baja de la inflación otorgue mayor poder adquisitivo a salarios, jubilaciones y planes sociales tras el cierre de las paritarias.
◆ Busca expandir el crédito hipotecario en la clase media. Una suerte de “voto cuota” remixado. No sólo a través del Plan Procrear, que el jueves se relanzó formalmente, sino mediante una reactivación del mercado privado.
◆ Prevé una disminución de los productos electrónicos a partir del 1º de abril por la eliminación de los aranceles a las importaciones.
◆ Acelera unas 500 obras públicas, que en la mayoría ya están en ejecución y otras deben comenzar en el Conurbano a lo largo de 2017.
◆ También cree el Gobierno que tendrá un impacto positivo en el turismo y en el comercio la rebaja de los pasajes aéreos a partir del ingreso de las compañías low cost al mercado argentino. Los funcionarios se muestran especialmente seducidos por las ofertas de Norwegian, más allá de las polémicas en torno a la seguridad de las compañías de bajo costo a partir del accidente de Germanwings en 2015.
◆ También subrayan el impacto en las jubilaciones de la llamada “reparación histórica”, más allá del tropiezo presidencial en el programa de Mirtha Legrand.
◆ En paralelo, reforzarán la propaganda oficialista. Durante el partido entre Argentina y Chile, se lanzó la campaña “Haciendo lo que hay que hacer” y ya hay otras en carpeta con nuevos spots.
◆ Y finalmente los macristas mantienen intacta la expectativa de un crecimiento del PBI, a pesar de las profecías sin cumplirse como el remanido segundo semestre. “Alfonso (Prat-Gay) siempre nos decía que el crecimiento comienza desde el fondo”, repetía esta semana un ministro en un sorpresivo homenaje póstumo al separado ministro de Hacienda. La fe macrista afirma que ya se tocó fondo y ahora la curva es ascendente.
Con efluvios nerudianos, Peña llama “anclas de la esperanza” a las medidas que buscan apuntalar las expectativas oficialistas para la elección. No asoman como un plan, sino como una enumeración de alicientes. La creencia económica que atraviesa al Gobierno es que el crecimiento surgirá del orden de las cuentas públicas y del equilibrio fiscal, una idea que otros vislumbran como insuficiente. Mientras tanto, aquella teoría de que alcanza con polarizar con Cristina Kirchner para ganar pierde vertiginosamente fuerza en el Gobierno.