La liberación de Ingrid Betancourt es un golpe tremendo para la guerrilla de las FARC, que pierde a la joya más preciada de su botín de rehenes y, en simultáneo, un triunfo clamoroso para el presidente colombiano, Alvaro Uribe, que recibe un fuerte envión para una nueva reelección.
El rescate incruento le permite a Uribe trascender las fronteras colombianas: de todos los rincones del mundo le están lloviendo llamadas y emails de felicitaciones y el hecho ocurrió cuando todavía estaba en Colombia el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain.
Es una módica venganza de Uribe contra el demócrata Barack Obama, que no quiere ratificar el Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Colombia, firmado ya por George W. Bush, porque, según ha dicho, el gobierno colombiano no defiende los derechos humanos en su lucha contra la guerrilla.
En el plano estrictamente regional, pierde puntos el venezolano Hugo Chávez, el principal aliado de las FARC. Los familiares de Ingrid, en especial su mamá, Yolanda Pulecio, confiaba más en Chávez que en Uribe para recuperar a su hija.
Lo cierto es que, luego de más de seis años en cautiverio en la selva, Ingrid ha sido liberada, seguramente con la ayuda de los servicios de inteligencia de EE.UU., muy presentes en territorio colombiano.
Parece una operación largamente planificada: por algo, Uribe no concurrió a la reciente cumbre del Mercosur ampliado, en Tucumán.
Para las FARC, es un hecho casi terminal. Desde el 1º de marzo, cuando fue muerto su número 2, Raúl Reyes, en territorio ecuatoriano, el principal grupo guerrillero de Colombia no ha dejado de recibir duros golpes: murió su líder, el legendario Manuel Marulanda, alias Tirofijo; fue liquidado Iván Ríos, otro miembro de la cúpula, y cientos de guerrilleros han desertado. Marulanda ha sido reemplazado por Alfonso Cano, el más político de los jefes guerrilleros, pero que no despierta unanimidad en los otros “capos”.
Ahora, han perdido a su rehén más famosa, Ingrid Betancourt, ex senadora y ex candidata presidencial ecologista, ciudadana colombiana pero también francesa, lo cual hacía de Francia un país muy interesado en su liberación.
Ingrid integraba el grupo de rehenes “políticos” o canjeables: más de 30 políticos, policías y militares a los que las FARC mantiene en cautiverio ya que busca canjearlos por unos 500 guerrilleros presos. Son una suerte de activos, de monedas de cambio, unos "muertos vivos", según las palabras de Ingrid.
Con un liderazgo nuevo pero que no es aceptado por todos, con el Ejército colombiano (ayudado por los norteamericanos) pisándole los talones, con su aliado Chávez cada vez menos influyente y sin su principal rehén, las FARC están más debilitadas que nunca en sus casi 45 años de lucha insurgente.
*Editor de la sección Internacionales del diario Perfil.