Hacía pocas horas que su marido había sido detenido en la puerta del edificio de Belgrano. Los vecinos de la cuadra habían despedido al ahora reo al grito de “chorro”. Ella lo estaba esperando, junto a sus dos pequeños hijos, en el piso 18 de la torre de José Hernández al 2000. Dalina Bielle, la esposa de Roberto Baratta, el obediente número dos del superministro del kirchnerismo Julio De Vido, quiso ir a verlo esa misma noche a la comisaría de Saavedra, donde estuvo hasta su traslado al penal de Marcos Paz.
Dalina levantó el teléfono y le pidió ayuda a una de sus mejores amigas. Alessandra “Lali” Minnicelli, la mujer de De Vido, la calmó y la acompañó hasta la comisaría ubicada en la calle Ramallo. Le llevaron a Baratta algo de ropa. Y tuvo los consejos de Lali sobre cómo debían enfrentar lo que iba a venir en los próximos días: la detención del ministro más poderoso durante doce años de kirchnerismo. Bielle volvió a levantarse temprano al día siguiente para ver, aunque esta vez sin suerte, a su marido en la alcaldía de los tribunales de Comodoro Py.
Baratta y De Vido están detenidos por sobreprecios en la compra de gas licuado. Compartieron trabajo, vida social y ahora también procesos penales. Su presente podría estar unido otra vez si la Justicia los vuelve a juntar en Marcos Paz.
Los matrimonios De Vido y Baratta comparten una fuerte relación desde hace años. Dalina conoció a Julio y a Lali antes que a su marido: los tres son santacruceños. El padre de Dalina, Dardo Bielle, trabajó junto a Néstor Kirchner cuando era gobernador .
Baratta era conocido como el “intermediario” entre De Vido y los empresarios. Aunque él no tiene “sangre pingüina”. Se crió en el conurbano bonaerense, manejaba un taxi y levantaba quiniela hasta que en 2000 conoció a Néstor Kirchner en un bar. Allí le entregó una tarjeta al entonces gobernador santacruceño, quien le prometió que algún día trabajaría con él. Y cumplió. Cuando De Vido se hizo cargo del Ministerio de Planificación, Baratta ingresó a trabajar con él, hasta convertirse en su hombre de máxima confianza. También se ganó el amor de Dalina, con quien se casó en 2007 y tuvieron dos hijos.
Lali. Pese a su cercanía, Dalina tiene un perfil muy diferente al de Minnicelli. La mujer de De Vido se puso al frente de la estrategia judicial del ex ministro (sus abogados renunciaron pocos días antes del comienzo del juicio de Once y el actual está muy disgustado por sus directivas). Su hermano estuvo prófugo de la Justicia durante meses y está detenido en Marcos Paz.
Alessandra empezó a sumar denuncias cuando estaba al frente de la Sigen, desde donde debía controlar al Estado, del que su marido era uno de los actores principales. Aunque su panorama es menos ensombrecedor, tiene varios frentes judiciales abiertos. Con la caída del kirchnerismo, la Justicia le reabrió una causa por presunto enriquecimiento ilícito. En marzo de este año, fue imputada por el fiscal Gerardo Pollicita, junto a la esposa de Guillermo Moreno, con quien creó la consultora Fornes. La investigan por la realización de una miniserie sobre Papel Prensa a la que Planificación, a través de dos universidades nacionales, le otorgó $ 4,5 millones.
Lali también tuvo denuncias cuando era funcionaria en Santa Cruz y a comienzos de su tarea en la Sigen, aunque luego fueron archivadas. Otras dos causas también la tienen como protagonista: una por defraudación e incumplimiento de los deberes de funcionario público y otra por un convenio por el Programa Federal de Construcción de Viviendas de 2004. Por ahora se enfoca en la suerte de su marido, que es también la de ella.
Informe de los médicos sobre su salud
El ex ministro insiste en poder aplicarse solo la medicación y la insulina que necesita para nivelar sus cuadros de azúcar y no descompensarse. Pero los profesionales del hospital penitenciario de Ezeiza dejaron asentado que “durante su internación, este servicio es responsable del control, tratamiento, prevención y promoción de la salud del paciente”. También le dijeron que no hace falta que la familia le traiga la medicación porque el SPF puede proveérsela.
“Este equipo de profesionales sostiene que el control y tratamiento médico realizado por personal idóneo en un paciente internado, es mucho más eficaz que el autocontrol y la automedicación”, escribieron. En un informe elevado al juez, los médicos advirtieron además que mientras permanezca en el hospital no hay lugar de “recreación o gimnasio” para que el paciente haga actividad física. Cuando pase a su sector de alojamiento, podrá “realizarse los controles de ser su voluntad” y manejar su medicación vía oral.