La noticia, sin embargo, afectó mucho más a sus empleados, hoy preocupados por su futuro: todo era normal el viernes por la tarde, cuando abandonaron sus puestos, aunque muchos asumían que alguien compraría la empresa durante el fin de semana. Grande fue su sorpresa al enterarse de que no había ningún comprador interesado en una de las empresas más prestigiosas de Estados Unidos.
"Este era ÉL lugar para trabajar hace cuatro años, cuando me recibí", contó un empleado al diario New York Times. "¿Cómo pudo pasar de ser el mejor lugar de trabajo a esto?", se preguntaba. "Estoy enfadado, porque fuimos a la quiebra, esa es la razón", dijo un hombre al pasar frente a un gran número de cámaras de televisión y fotógrafos instalados en la entrada de la oficina principal de Lehman Brothers en Manhattan, Nueva York.
"No puedo creer lo que está sucediendo", indicó un guardia, al estrechar la mano de una persona que llega al edificio. Al ser interrogado sobre cómo ve su futuro, un joven impecablemente vestido dijo: "Bueno, hoy, voy a la oficina como siempre. ¿Qué vendrá después? Estoy seguro de que allí adentro hay mucha gente tratando de responder eso".
Una pantalla gigante sobre la entrada del edificio sigue mostrando el video promocional del banco, cuyo logotipo señala: "Llevamos satisfacción a nuestros clientes en el mundo entero". Inscritos con orgullo en metal en la pared frontal de la oficina principal se encuentran los centros financieros en los que Lehman parecía invulnerable: Chicago, Francfort, Londres, Nueva York, Hong Kong y Tokio.
Pero este lunes, el impacto de la quiebra de Lehman en esas ciudades provocaba pérdidas en las bolsas y hacía crecer la interrogante de hasta dónde puede llegar la crisis del sistema financiero estadounidense. "Es historia en desarrollo. Puede ser peor que la Gran Depresión de 1929. Después de todo, Lehman la sobrevivió", estimó James Mariani, un gerente de un fondo de inversiones de visita en Nueva York.
En Londres, las perspectivas para los empleados de Lehman Brothers eran también sombrías. Mientras limpiaban sus escritorios en la sede del banco, en Canary Wharf, en el distrito financiero de Londres, algunos de los 4.000 empleados de Lehman Brothers expresaban en voz alta sus temores de que se quedarán sin un salario desde esta semana. "Toda la gente está limpiando sus mesas, muchos están muy tristes", dijo Do Ai, de 26 años, que trabaja en la sección de bonos de la firma.
"Es terrible. Muerte. Es como un terremoto masivo", destacó Kirsty McCluskey, de 32 años, también empleada de la firma de inversiones. "Es el fin", dijo, mientras la prensa británica bautizaba este día de "lunes negro".
Un joven francés, Edouard d'Archimbaud, de 24 años, se presentó el lunes de mañana en Lehman Brothers, para su primer día de trabajo, pero no consiguió llegar ni a la oficina donde debía trabajar. "Antes de poder llegar a mi mesa me dijeron que todos estábamos despedidos. No sé que voy a hacer ahora. Acabo de alquilar un apartamento por seis meses, y no sé cómo lo voy a pagar", dijo el desafortunado joven.
"El ambiente en la City es sombrío", resumió un analista, que en diciembre recibió un bono de varios cientos de miles de Londres. "Esta vez, tengo miedo", admitió