—¿Por qué el ex presidente Kirchner condenó tan duramente su nombramiento en 2003 al frente de la Comisión Económica para América latina (CEPAL)?
—Nunca lo entendí, porque diez días antes le dijo a mi mujer en la embajada argentina en Washington: “Sé lo de su marido y nosotros lo vamos a apoyar, es una buena persona”. Y una semana más tarde me enteré de que había otra propuesta, la de Chacho Alvarez, y que había tenido unas palabras despectivas para conmigo. Creo que en el camino alguien le dijo algo, porque de mi época en Economía la interacción con él (como gobernador de Santa Cruz) era baja; tenía mucha plata, y no discutimos de nada en particular.
—¿El entonces presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, lo propuso a Ud. para el cargo?
—No fue así. Lo que hacía Kofi Annan (secretario general de las Naciones Unidas) era consultar con gente de la región. Desde ya que habrá consultado posiblemente a Iglesias. Así que no es que él me recomendó, sino que era una manera de proceder de Kofi Annan.
—¿Y se sorprendió Kofi Annan por la reacción del Gobierno argentino?
—Bastante. Creo que ésa fue una de las razones por las que finalmente me nombró.
—Con Enrique Iglesias también se las agarró Kirchner en ese momento y, casualmente, por su nombramiento.
—Sí. Estaba sorprendido porque no me propuso, sino que fue uno de los consultados.
—¿Tuvo alguna diferencia con De Vido cuándo él era ministro de Economía de Santa Cruz?
—No porque, en general, los ministros de Economía negocian con los gobernadores. Muchos gobernadores justicialistas estaban incómodos porque tenían que negociar, porque no tenían los recursos que tenía Santa Cruz, y Kirchner salía a veces de las reuniones poniendo sobre el tapete el tema federal y que él no iba a aceptar negociaciones.
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