La caótica agenda del G20 y la espera de un año electoral, sumado a los vaivenes de su gestión, llevaron al agotamiento físico y mental al presidente Mauricio Macri. “Estoy muerto”, alcanzó a decir cuando culminaba el encuentro de líderes del mundo y aún le quedaban un par de reuniones bilaterales.
En ese marco, Macri decidió tomarse unos días y se instaló, junto a su mujer, Juliana Awada, y su hija Antonia en el lujoso Chapelco Golf & Resort, de cinco estrellas, y a pocos kilómetros de San Martín de los Andes.
El sur es, para el jefe de Estado, uno de sus lugares en el mundo: estuvo los últimos fines de año en Villa La Angostura, en el country club Cumelén, donde pasa horas con su mejor amigo, el empresario Nicolás Caputo, y donde se cruza con Emilio Basavilbaso, el titular de la Anses, cuya familia tiene casa allí. Pero esta vez le tocó Chapelco, un destino que ya había visitado anteriormente.
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Alejado de bilaterales internacionales y de la “rosca política”, que poco le gusta, al igual que a su jefe de Gabinete, Marcos Peña, el Presidente abandonó Buenos Aires para disfrutar de los platos que prepara el chef Juan Manuel Bo, desde hace diez años a cargo del restaurante del Chapelco Golf. Allí, el Presidente elige almorzar con su mujer, generalmente en la terraza, con el sol de frente. “Vienen a comer, a veces avisan antes, otras no. Acá tratan de no tener ningún tipo de rutina, están relajados, descansan con amigos de toda la vida”, revela el chef a PERFIL.
A la hora de elegir en el menú, Macri, siempre adepto a los pescados, elige la trucha teriyaki, con licor de arroz y verduras salteadas. El jefe de Estado, históricamente, se cuida para no engordar: sigue practicando deporte (bicicleta fija, algo de fútbol y paddle cuando la rodilla se lo permite). Otros días elige hamburguesas, acaso como un “permitido”. Por su lado, Juliana Awada es fanática de los panqueques con dulce de leche.
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Golf. “Estoy bárbaro. Feliz de estar jugando al golf acá”, le dijo a Bo cuando se lo cruzó después de terminar un partido. El Presidente suele jugar todos los días con tres amigos. Antes llegó a tener su propio grupo con doce amigos. Incluso, dentro del oficialismo, hay funcionarios que practican con él desde hace años. Entre ellos Iván Pavlovksy (el vocero presidencial reconocido por ser el organizador de los picaditos de Olivos y por acompañarlo en sus viajes), José Torello (el jefe de asesores de la Presidencia y habitué de los greens) y hasta el ex titular del Afsca, Miguel de Godoy, hoy alejado de la cosa pública tras una salvaje pelea con Peña. También en los años de la Ciudad se sumaban funcionarios como Juan Pablo Piccardo, el polémico ex titular de Sbase, la empresa estatal de subte, que compró vagones con asbesto a España considerados chatarra.
Lujo en los Andes. La primera vez que Macri estuvo en el lujoso complejo de San Martín de los Andes fue hace doce años, mientras presidía Boca Juniors. Y desde entonces volvió en varias oportunidades. En febrero del año pasado festejó su cumpleaños allí.
El edificio del Chapelco Golf & Resort es realmente lujoso: tiene, además de dos restaurantes y un campo de golf, una piscina, jacuzzi, su propia cava de vinos y un spa que usa agua de afluentes de Chapelco. También cuenta con gimnasio, sala de lectura y de juegos. En total, el complejo tiene 85 habitaciones con una vista soñada: la cordillera de los Andes.
Patagonia, descanso y greens
El sur ha sido, para Mauricio Macri, un refugio en épocas de crisis y también de agotamiento. A la vez, ha sido su lugar para compartir de manera íntima cumpleaños, fines de año y fiestas. Si bien había ido los últimos años a Villa La Angostura, donde jugaba al paddle todos los mediodías junto a su amigo de la infancia Nicolás Caputo, el empresario más influyente del oficialismo, esta vez decidió cambiar por Chapelco, otro de los destinos que lo tuvo como protagonista en varias ocasiones. El denominador común de los viajes de placer de Macri tiene cuatro letras: golf. Ya sea en el complejo presidencial de Chapadmalal como en el sur, el Presidente no se priva jamás de utilizar los greens como una buena manera de entretenerse y de despejar su mente de las ocupaciones cotidianas como jefe de Estado.
A su regreso, el lunes, lo espera una agenda de gestión. Tendrá reuniones de seguimiento de varios ministerios y, a la vez, seguirá de cerca las negociaciones en el Congreso para intentar aprobar la ley antibarras.