A fines de la semana que viene Mauricio Macri regresará de Estados Unidos. El viaje de ida lo tuvo con su celular al rojo vivo: chats y hasta llamados, incluso uno del jefe de Gabinete, Guillermo Francos el lunes pasado. El objetivo: que sea una voz autorizada que permita unificar al bloque del Frente PRO para apoyar el veto a la ley de financiamiento universitario. El expresidente no estaba convencido y, días antes de tomarse un avión, prefería dar libertad de acción a sus legisladores. Sin embargo, finalmente decidió acompañar la postura del jefe de la bancada, Cristian Ritondo, y del exministro de Educación, y también diputado, Alejandro Finocchiaro.
De todas maneras, para Macri este apoyo fue una línea de llegada. De ahora en adelante pretende que haya espacios reales y debatir “ley por ley”. Se cansó de escuchar de su propia bancada cómo en las reuniones de los lunes en Casa Rosada son solo para que los legisladores del PRO sean “informados” de las decisiones unilaterales del oficialismo.
En ese marco, la mesa de coordinación parlamentaria había sido uno de los ejes centrales de los pedidos que, en las ya famosas “cenas de las milanesas”, Macri le había reclamado al presidente Javier Milei.
Con todo, en el PRO dan por terminada la etapa del apoyo irrestricto a las iniciativas libertarias. Una primera visión de este nuevo enfoque se dará en la discusión del Presupuesto 2025.
Es que el expresidente se concentrará en el PRO y en colaborar con los tres gobernadores, Rogelio Frigerio de Entre Ríos; Nacho Torres de Chubut; y Jorge Macri por la Ciudad. Pretende que en el Presupuesto 2025 haya soluciones para la deuda que tiene Anses con la caja de jubilaciones de Entre Ríos, la deuda por coparticipación federal desde septiembre de 2020 para la Ciudad y obras públicas para Chubut, entre otras cuestiones. Ya se desencantó con la idea de que haya una mesa de gobernadores, otro de los pedidos entre milanesas nocturnas.
A todo esto, en el Congreso, sin ninguna posibilidad de un interbloque con La Libertad Avanza, lo que sí está muy cerca de ocurrir es que Oscar Zago, quien tiene su bancada (Movimiento de Integración y Desarrollo con dos legisladores más) escindida del oficialismo, termine en un interbloque con la del PRO. Ritondo prepara una cumbre con Macri para que los tres anuncien que trabajarán de manera conjunta en Diputados. Ocurriría cuando Zago regrese de España, donde viajó hace más de una semana. Ese interbloque podría ser más grande que el oficialismo.
Mientras tanto, Elisa Carrió y hasta Emilio Monzó retomaron el contacto con él. “Lilita” viene alarmada por la gestión Milei y, sobre todo, por las ideas libertarias. Volvió a tender puentes con el expresidente.
Por su lado Monzó quiere armar un espacio de centro. Y hasta visitó a Macri hace varios meses ya en la quinta de Jorge Triaca en San Isidro junto a Miguel Pichetto y Nicolás Massot. La reunión no fue de las mejores. Pero el expresidente y el diputado y armador político habían estado sin hablar casi cuatro años.
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El titular del PRO navega así entre una disyuntiva enorme. Empresarios y figuras internacionales le siguen consultando sobre Milei. Y él, en el fondo, no termina de confiar en el jefe de Estado.
Su prioridad para el 2025 es asegurar la Ciudad y armar un acuerdo razonable en la Provincia. 60-40 y 40-60 respectivamente es una fórmula que ya suena por los despachos amarillos. Pero Karina Milei no viene dando señales al respecto. Ni tampoco Santiago Caputo.
En el resto de las provincias se analizará caso por caso. Por ejemplo: sigue de cerca los movimientos del radical Maximiliano Pullaro en Santa Fe, donde el PRO tiene un acuerdo que implica un par de funcionarios de alto rango y la vicegobernadora, Gisela Scaglia, quien esta semana fue convalidada por la Justicia Electoral como titular del partido a nivel provincial. En Mendoza, donde gobierna el caudillo radical Alfredo Cornejo, también hay una vicegobernadora del PRO, Hebe Casado, pero sin validación territorial: perdió el partido provincial hace dos meses.
Por lo pronto, el expresidente tiene en mente ocuparse, más que nunca, de la dirigencia del PRO y aliados posibles en el último trimestre del año. Entre los desencantados y otros que busquen sumarse. Acaso una máxima que recorre el PRO es la idea de “renovación”. Eso sí: a quienes deben ser “renovados” les cuesta soltar su poder.