A fines de diciembre, cuando aún un sector del oficialismo batallaba con la ley previsional, un grupo selecto del gabinete económico se reunió en la residencia de Olivos para despedir el año. Era viernes por la tarde y, entre elogios mutuos, chocaron sus copas. Cinco meses después, las internas y peleas por el manejo de la economía, la lucha contra la inflación y, sobre todo, el dólar, se cristalizaron en la crisis más importante que sufrió el oficialismo.
La corrida del dólar sacudió a la Casa Rosada. A tal punto que el presidente Mauricio Macri evaluó, con preocupación, que el humor social se deteriore a causa, en especial, del alza de la divisa norteamericana. Eso llevó a una fuerte intervención del Banco Central ayer aumentando las tasas de interés (al 40%) y al anuncio de la reducción del déficit fiscal por parte del Ministerio de Hacienda. Todo en pos de dar “tranquilidad” y evitar mayores conflictos internos mientras se derrumbaba el plan económico.
El clima social es, por estas horas, lo que más pone en alerta al Gobierno: desde protestas en las calles y cacerolazos, a un malestar contagioso que intervenga en la visión de que el oficialismo es incapaz de bajar la inflación y evitar una nueva crisis. “Nuestro temor era el impacto social de una escalada, aunque por el otro lado la tranquilidad que era un tema puntual y que se iba a acomodar”, cuenta a PERFIL uno de los funcionarios de Casa Rosada.
La caída de la imagen de Macri en todas las encuestas (en promedio unos diez puntos) y de las expectativas, como la confianza del consumidor, fueron dos ejes centrales que abordó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, con la mesa chica en los últimos días.
Por ello, el jueves a media tarde en Balcarce 50 entraban y salían del primer piso funcionarios del área económica. Todos supervisados por los vicejefe de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, los controladores del Gobierno. Las reuniones duraron horas. La “mesa chica” de decisiones se acotó: Federico Sturzenegger (Banco Central), Nicolás Dujovne (Hacienda), Luis “Toto” Caputo (Finanzas) junto a los vicejefes. Marcos Peña intervino para la estrategia comunicacional. Fue allí donde Dujovne tomó las riendas: recién a medianoche Macri dio el visto bueno para la conferencia de prensa donde ayer por la mañana se anunció la reducción del déficit fiscal de 3,2% del PBI a 2,7%, lo que incluiría un recorte en obras públicas de $30 mil millones. En el Gobierno fue visto como un espaldarazo a Dujovne, quien sumó a Caputo al quinto piso del Palacio de Hacienda para hablar ante los medios. “Era importante llevar tranquilidad y a eso apuntamos”, explicaban ayer las fuentes oficiales.
Internas. La interna en el gabinete económico no mermó: el ministro de Producción, Francisco “Pancho” Cabrera, está furioso con la suba de las tasas de interés. A él le toca lidiar con los industriales y el sector de la producción y, desde comienzos de año, viene implorando a Sturzenegger para que baje las tasas. “Es lógico que se enoje”, suele responder Dujovne en la reuniones informales. Al ministro de Hacienda tampoco le queda cómodo el 40% pero, admite, es “una salida transitoria” a la subida del dólar. Caputo, quien tenía intenciones de financiarse en el mercado local, tampoco está de acuerdo: a él también se le complicará.
A esto se le suman las diferencias con Quintana, quien está enemistado con el titular del Central por las tasas y con Lopetegui por avanzar en un ajuste más ortodoxo.
“La sábana es corta, tenemos que bajar la inflación, con ese dólar no teníamos otra salida”, agregan en Hacienda. Lo mismo dijo Dujovne en la reunión de Gabinete el jueves por la mañana. Macri intentó imprimir calma, en el mismo sentido. Horas más tarde, la corrida fue más grande de la esperada.
Del gabinete económico también participan Jorge Triaca (Trabajo) y los funcionarios que verán reducida su capacidad de hacer obras: Guillermo Dietrich (Transporte), y quien deberá pasar la tijera con mayor ahínco; Rogelio Frigerio (Interior), ocupado por la relación con los gobernadores; y Juan José Aranguren (Energía), complicado por las tarifas.
El lunes estaba planificada la reunión quincenal del gabinete económico que animan Quintana y Lopetegui. Será una reunión distinta esta vez.
Otra baja: el titular del Enacom
En medio del torbellino de internas, el titular del Enacom, el organismo que regula las telecomunicaciones, Miguel de Godoy, dejó su cargo. La decisión se la comunicó ayer a Mauricio Macri en Olivos, aunque el desgaste que le venía provocando Mario Quintana fue el detonante central de su alejamiento. En particular, el vicejefe de Gabinete venía pujando por copar el organismo con gente propia, una práctica que lo llevó a desplegar funcionarios por más de diez ministerios. Ahora, su reemplazante, la radical Silvana Giudici, deberá resistir. El ex secretario de Medios porteño, tuvo junto a Marcos Peña las riendas de la estrategia comunicacional. Amigo de Macri, De Godoy volverá a trabajar como consultor y publicista.