“Noelia, te extraño”, escribió en su celular un custodio que vigilaba a Néstor Kirchner desde el fondo del escenario. Lo escribió veloz y por lo bajo, mientras relojeaba al presidente del PJ que saludaba eufórico a la multitud.
Néstor llegó caminando por la calle Hipólito Yrigoyen, rodeado de ministros y fieles legisladores que lo secundaban. Unos pasos más adelante, Alberto Balestrini andaba lento y solo. En el camino hacia el Congreso, el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires le dijo a Perfil.com que el acto iba a ser “una fiesta de la democracia”. Atrás, el ex presidente apuraba el paso por el acoso de los periodistas (foto)
Kirchner cruzó Combate de los Pozos y atravesó la valla confundido entre cámaras de televisión, flashes y micrófonos que lo apuntaban como pistolas. Perfil.com cruzó la misma valla en el mismo revuelo. Quedó en medio del pelotón de funcionarios que avanzaba al escenario y logró subir. Y desde allí, a dos metros del ex presidente y rodeado de gobernadores, intendentes, diputados y senadores K, Perfil.com vivió todo el acto.
Ofelia, la madre de Cristina Kirchner, fue una de las primeras en subir las escaleras. Protegida de cerca por un custodio que dejaba ver un revólver en su cintura, la suegra de Néstor se sentó a la derecha del atril y aplaudió a su yerno con fuerza. (foto)
Eufórico y con un ojo siempre cerrado, Néstor Kirchner gritó sin cesar ante 52 mil manifestantes durante los 27 minutos que duró su discurso contra el campo y a favor de Cristina.
El escenario estaba colmado de funcionarios. Tantos que los organizadores advertían el sobrepeso y pedían “que queden sólo los gobernadores, por favor”. Pero nadie se movió de su puesto; ni siquiera esta cronista que pasó inadvertida entre la tropa kirchnerista (foto).
El perfume floral de Nilda Garré impregnaba el escenario. Pero a Alberto Fernández pareció no molestarle. La Ministra de Defensa le murmuraba cosas al oído y él la escuchaba atento (foto).
El jefe de los diputados k, Agustín Rossi, tomaba agua mineral de a sorbos y le prestaba la oreja a Garré y a un Julio de Vido distendido con camisa a cuadros y chaleco informal. Juntos oyeron atentos a su jefe (foto).
La que se mantuvo sola fue la secretaria de medio ambiente, Romina Picolotti, que escuchó el discurso desde el fondo del escenario sin abrir nunca la boca. Ni para cantar, como lo hizo el ministro Carlos Tomada, que aplaudía y festejaba los cánticos de la multitud: "Hay que votar/Hay que votar/Las retenciones del Gobierno popular" (foto)
El embajador en Estados Unidos, Héctor Timerman, no paró de mandar y recibir mensajes de texto desde una Blackberry y un Motorola V3 que intercalaba una y otra vez (foto). A su lado, Martín Granovsky, presidente de Télam, permaneció en silencio y miró fijo y desconfiado a esta cronista durante todo el acto.
La euforia del chaqueño Jorge Capitanich llamó la atención entre los funcionarios que se daban vuelta sorprendidos por su tono de voz altísimo. Pero al final se calló la boca y se fundió en un abrazo con el Senador José Pampuro (foto). Otros que se abrazaron fueron “Pepe” Albistur y Daniel Filmus, que aprovecharon para decirse cosas al oído.
Hugo Moyano no se movió de la primera fila hasta el final. Era fácil distinguirlo por su campera de cuero marrón que contrastaba con el traje negro de los custodios que, desde atrás, no le sacaban los ojos de encima (foto). El jefe de la CGT “oficial” se abrazó con el ex presidente apenas éste terminó de hablar. Tomó la posta el bonaerense Daniel Scioli que, más transpirado todavía que Kirchner, lo abrazó con fuerza (foto).
Y al fin, peronista y abrazador, Néstor se acercó como siempre a la multitud que lo palmeaba, que lo besaba y que también lo abrazaba (foto). Salió rodeado y atropellado por los periodistas, en una barahúnda infernal.
*Redactora de Perfil.com.