De ser el espía más misterioso de la Argentina y lograr que un ministro termine desplazado y fuera del país a compartir amistad con Guillermo Coppola, y asistir a su cumpleaños 70 con un llamativo saco gris. De eludir los medios a ocupar lugar en las páginas de las revistas de chimentos. De dirigir operaciones de la Inteligencia local a hacerlo en una empresa subcontratista del Estado. De ser un activo espía que atravesó gobiernos a pelear por su jubilación.
En menos de quince años, Antonio “Jaime” Stiuso se transformó en un personaje entre misterioso y siniestro para la política argentina. El hombre que supo ser un alfil del kirchnerismo, terminó desplazado de su cargo y ahora busca demostrar que fue un “perseguido político” por Cristina Kirchner. Stiuso sorprendió el fin de semana pasado al mostrarse en púbico como una celebridad más en la puerta de Tango Porteño, junto a su esposa, Cecilia, a quien conoció en sus años en la ex SIDE.
“Jaime es uno de los papás del colegio y nuestras hijas son mejores amigas. Ellos se fueron, volvieron y las chicas siguieron manteniendo la amistad. Lo veo en las fiestas del colegio”, dijo Coppola a Gente para referirse al ex espía. Las hijas menores de ambos, de 10 años, asisten a un colegio del barrio de Belgrano y por el relato de Coppola, el vínculo entre ambas no se interrumpió durante 2015, cuando los Stiuso estuvieron “exiliados” en Brooklyn.
“Jaime es lo más simple que hay, acá se armó un mito en torno suyo, pero es un tipo que te podes cruzar en cualquier esquina de Buenos Aires lo más pancho. Es tan simple que no lo podes creer”, describió una de las personas que mejor conoce al hombre cuyo apellido aún es sinónimo de misterio.
Regreso. A la Argentina volvió tras la salida del kirchnerismo del poder, con su esposa Cecilia -madre de su hija menor- , sus dos hijas mayores - producto de su primer matrimonio- sus yernos, y su nieto. Se hizo cargo de su empresa, Construcciones y Tecnología, de la que él mismo, asegura, se encarga de hacer las facturas en papel porque no confía en las electrónicas. Esa firma es subcontratista de empresas de obra pública, algunas de las cuales no descarta que puedan estar mencionadas en los cuadernos de las coimas. Stiuso no fue el único que cambió de ramo: su hija Silvia dejó de trabajar en el juzgado federal de María Servini para irse a una dependencia administrativa de la Ciudad.
La vuelta al país también lo encontró reclamando por su jubilación. “Jaime” asegura que le pagaban mucho menos de lo que le correspondía por sus más de cuarenta años en la agencia. Por estos días, está delineando su estrategia para demostrar que fue perseguido política y judicialmente por el kichnerismo. En esa cruzada lo acompaña su abogado Santiago Blanco Bermúdez, el mismo que ahora intenta lidiar con los frentes judiciales del polémico Sergio Szpolski.
Stiuso pareció comenzar a romper el cerco de su fobia a mostrarse en público la mañana del 12 de septiembre, en una audiencia en la Cámara Federal de Apelaciones, donde en un intervalo habló con esta cronista y otros tres colegas. Se mostró de buen ánimo, contando detalles de su vida y accediendo a que se le hicieran fotos. Toda una sorpresa viniendo del hombre que estalló de furia en 2004, cuando el entonces ministro del Interior, Gustavo Béliz, mostró por primra vez su foto en TV. Béliz comenzó así su exilio.