Con un texto cálido y cordial, Raúl Zaffaroni le formalizó ayer a Cristina Kirchner su determinación para abandonar su cargo como juez de la Corte Suprema una vez que termine este año. Una decisión que sorprendió, no por su contenido sino por el momento, ya que nada lo obligaba a hacerlo tan anticipadamente. De esta manera, el magistrado ya comenzará a pensar en su futuro y el Gobierno allanará el terreno para designar a un reemplazante en el puesto que quedará vacante a partir del 1º de enero de 2015.
Una corte internacional, la actividad académica y la política serían los tres ejes a los que se encamina el destino de Zaffaroni una vez que deje el cargo, con 75 años ya cumplidos. En su carta de despedida, el juez asegura que es su momento “de volver a volcar mayor empeño en la labor docente, en la tarea doctrinaria y en la acción en las instituciones científicas internacionales”. Esa última tarea, no obstante, ya la viene realizando: es investigador del Instituto Max Planck, de la ciudad alemana de Friburgo, aunque participa de investigaciones en otros sitios, como en Italia, junto a Luigi Ferrajoli, un gran amigo suyo. Sus compromisos lo llevaron a ausentarse repetidas veces de reuniones de acuerdo en la Corte Suprema, al punto que en los pasillos se recita que una vez Carlos Fayt lo cruzó por la cantidad de viajes. “¿A eso le dicen trabajar?”, le dijo, irónico.
Esta semana, además, se difundió que el Gobierno estaría postulando a Zaffaroni como nuevo juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que trabaja bajo la órbita de la OEA (Organización de Estados Americanos). Fuentes cercanas al juez negaron que esté queriendo ese cargo, bajo el argumento de que necesita tranquilidad y dedicarse a lo académico. Sin embargo, otras voces kirchneristas consideraron que el lugar es ideal para eso: “Es muy conveniente para su personalidad y edad, ya que viajaría sólo dos veces al año y después se puede dedicar a sus cosas”. En su entorno también dicen que se va a dedicar a la política porteña, acompañando al kirchnerismo. Aunque dirigentes del oficialismo en la Ciudad aseguran desconocer que esté tomando un rol importante.
“La vitalicidad de los funcionarios de la Constitución, si bien excepcional, siempre es más adecuada a los sistemas monárquicos”, consideró Zaffaroni, que renunciará siete días antes de cumplir los 75 años, límite para ser juez supremo. El ya no estará, pero se encargó de dejar armada la pata más afín al Gobierno en la Justicia, sobre todo con la construcción de la agrupación Justicia Legítima.