En las sombras de La Madeleine, un barrio marginal de Évreux en la Normandía francesa, donde los bloques de hormigón alto se alzan como testigos mudos de la pobreza y los sueños rotos, nació un talento que hoy aspira al Olimpo del fútbol.
Ousmane Dembélé, el extremo de 28 años del Paris Saint-Germain (PSG) y la selección francesa, encarna una historia de redención: de niño obsesionado con un balón en calles de cemento a favorito para el Balón de Oro 2025, tras liderar al PSG a un histórico triplete.
Con 29 goles en la temporada 2024-25, un contrato multimillonario y alianzas con gigantes como Adidas, Dembélé no solo ha conquistado el Parc des Princes, sino que ha transformado su vida de adversidades en un imperio personal.
De Mauritania a las canchas de Francia

Ousmane Dembélé nació el 15 de mayo de 1997 en Vernon, una pequeña localidad a orillas del Sena, a medio camino entre París y Rouen. Su familia, originaria de Waly Diantang en Mauritania –uno de los países más pobres del mundo–, emigró a Francia tres décadas atrás en busca de un futuro mejor. Su madre, Fatimata Sy, se convirtió en el pilar indiscutible del hogar tras la partida del padre, Ousmane Sr., de raíces malienses, dejando a Fatimata sola al frente de cuatro hijos: Ousmane y tres menores –dos hermanas y un hermano–.
Con trabajos esporádicos para sostener la familia, Fatimata acompañaba a su primogénito a los entrenamientos, siempre convencida de que sería una estrella, un sueño que compartía con sus hijos en un apartamento modesto en La Madeleine, un distrito desfavorecido de Évreux, a 100 kilómetros al oeste de París.
Desde los primeros años, el fútbol fue el refugio de Dembélé en ese entorno de bloques grises y cemento agrietado. Obsesionado con el balón, jugaba en las plazas del barrio con amigos, usando árboles o mochilas como porterías, o practicaba solo bajo la lluvia, golpeando el esférico contra la pared de un edificio rojo de ladrillos cerca de su casa. "Siempre tenía un balón en los pies", recuerda su amigo de la infancia Moustapha Diatta, con quien se conocieron a los cinco años –Diatta con cuatro–, ya que sus madres eran inseparables y vivían en el mismo edificio. Esos años forjaron una amistad que trascendió fronteras: Diatta lo siguió a Borussia Dortmund y luego a Barcelona, renunciando a su propia carrera profesional para ser su sombra leal.
Otro lazo clave fue con Dayot Upamecano, el actual defensor del Bayern Múnich, también de Évreux, con quien compartió infancia en un barrio donde el fútbol era escape de la dureza cotidiana. A los siete años, ambos se unieron al ALM Évreux (hoy Évreux FC), donde el entrenador juvenil Gregory Badoche quedó impactado por el "talento paranormal" de Dembélé: su dribbling endiablado y cambios de dirección, pese a su complexión delgada.
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Idolatraba a David Beckham, Steven Gerrard y Lionel Messi, y le confesaba a Diatta su sueño de ser grande. Clubes como Le Havre y Caen lo cortejaron temprano, pero en 2010, con solo 13 años, Rennes lo fichó, facilitando el traslado de la familia a Bretaña –un apoyo vital para Fatimata y los hermanos–. Allí, Dembélé progresó a pasos agigantados, debutando en el primer equipo en octubre de 2015 a los 18 años y cerrando su primera temporada con 12 goles y cinco asistencias en 26 partidos de Ligue 1.
Esa infancia de sacrificios –donde Fatimata malabaraba empleos para pagar botas y viajes– moldeó su resiliencia. "Hacía todo lo posible por lo que quería", dice Diatta, destacando cómo las sesiones solitarias en la lluvia construyeron su conexión instintiva con el balón.
Incluso hoy, casado desde diciembre de 2021 con Rima Edbouche en una ceremonia musulmana en Marruecos –con quien tiene un hijo–, Dembélé mantiene esa privacidad: vive en Pedralbes, al norte de Barcelona durante su etapa culé, rodeado de amigos de infancia como Diatta y Upamecano, y rechaza el derroche, prefiriendo cenas simples y videojuegos discretos.
La carrera de Dembélé: de las lesiones en el Barça a la gloria en París

El ascenso de Dembélé fue vertiginoso, pero no exento de sombras. Tras brillar en Rennes, Borussia Dortmund lo compró por 15 millones de euros en 2016, donde en su debut goleada 6-1 al Legia Varsovia, y ayudó a ganar la DFB-Pokal con 10 goles en Bundesliga. Aquel "paranormal" de Évreux atrajo al Barça, que lo fichó en 2017 por 135 millones de libras –un récord para un joven–, como heredero de Neymar.
Bajo Ernesto Valverde y luego Ronald Koeman, mostró destellos: velocidad explosiva, regates imposibles y 40 goles en 185 partidos, ganando tres La Ligas. Pero las lesiones lo lastraron: 14 problemas musculares, 784 días de baja y solo el 37% de los juegos de liga disputados. Críticas por indisciplina –multas por llegar tarde, noches de gaming– lo tildaron de "talento desperdiciado", pese a elogios de Xavi: "Puede ser el mejor del mundo si se cuida".
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El punto de inflexión llegó en agosto de 2023: el PSG lo rescató por 50 millones de euros, en un traspaso complicado por cláusulas liberadoras. Inicialmente, solo 17 titularidades en Ligue 1 2023-24, pero el matrimonio con Rima, el nacimiento de su hijo y un cambio radical –fisioterapeuta personal, nutricionista francés y tratamientos preventivos– lo transformaron.
Bajo Luis Enrique, pasó de extremo a falso nueve, con libertad para presionar y finalizar. En 2024-25, explotó: 29 goles (21 en Ligue 1, 6 en Champions), 43 contribuciones de gol en 44 partidos entre liga y Europa, clave en la eliminación de Arsenal y Liverpool en octavos y cuartos de Champions, y un hat-trick en semis contra el Real Madrid en el Mundial de Clubes.
El PSG, con nueve nominados al Balón de Oro, conquistó el triplete: Ligue 1, Coupe de France y Champions –la primera para el club qatarí–, más la Supercopa Europea y el Trofeo de Campeones. Dembélé, nombrado Jugador de la Temporada en Ligue 1 y Champions, es el favorito indiscutible para el Balón de Oro 2025, por encima de Lamine Yamal, gracias a su narrativa de redención y trofeos colectivos. Con Francia, aportó goles en la Nations League y el Mundial 2022, consolidándose como un "genio bipedo" de 28 años.
Las lucrativas actividades comerciales de Dembélé
Dembélé, gestionado con discreción, priorizó alianzas estratégicas sobre volumen, capitalizando su imagen de prodigio redimido. En abril de 2023, tras el fin de su contrato con Nike –proveedor desde Dortmund–, firmó con Adidas, uniéndose a la "familia" que viste a Messi y Mbappé.

Ahora porta las F50 Elite, botas personalizadas que debutó en el PSG, en campañas que lo muestran driblando en calles de París reminiscentes de Évreux. Adidas lo promociona como "el rostro de la nueva generación", con líneas exclusivas y apariciones en eventos como el lanzamiento de la colección 2025, donde posó con Yamal –otro adidas– avivando especulaciones sobre el Balón de Oro.
Aunque el PSG viste Nike –luciendo su dorsal 10 en camisetas Dri-FIT ADV 2025-26–, Dembélé equilibra ambos mundos: botas Adidas en partidos, kit Nike para el club. Otras colaboraciones incluyen Beats by Dre para auriculares y campañas de Powerade, pero rechazó apuestas y cripto, enfocándose en "valores auténticos".
Su boda en Marruecos inspiró una línea de joyería con TwoJeys, y UNICEF lo usa en campañas benéficas, recordando sus raíces humildes. En 2025, se unirá como inversor en una franquicia de la Kings League de Piqué, expandiendo su huella más allá del fútbol.
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La trayectoria de Dembélé refleja un ascenso financiero vertiginoso, pese a los tropiezos. En el Barça, su salario base era de 12 millones de euros anuales, pero bonos y multas lo equilibraban; hoy, en el PSG, cobra 18 millones netos al año –346.000 euros semanales–, con un contrato hasta 2028 por 54 millones restantes, posicionándolo como el mejor pagado de Ligue 1. Su valor de mercado ronda los 105 millones de euros, impulsado por el triplete.
Con un patrimonio neto estimado en 35 millones de dólares –que podría duplicarse post-Balón de Oro–, los endorsements suman 5-7 millones anuales: Adidas lidera con 3 millones, más Nike residual y Beats. Inversiones discretas en moda y franquicias elevan su fortuna, pero Dembélé permanece anclado: visita a Fatimata en Évreux, dona a barrios como La Madeleine y atribuye su éxito a "la familia y el balón". Como dice Luis Enrique: "De problemático a extraordinario".
(ds)