“Otro mundo es posible si la gente quiere. Y para que quiera hay moldear su espíritu a través de la acción cultural.” Esta creencia es la que sostuvo la vida de la actriz y directora Alejandra Boero tal como la recuerda su único hijo, Alejandro Samek. Y agregó el actual director del Teatro Cervantes, a pocas horas del entierro de su madre en el Panteón de Actores del cementerio de Chacarita: “Nunca bajó los brazos. Siempre creyó que la cultura no era sólo cuestión de bellas artes que podía ser tirada en un desván, sino que hacía a la identidad nacional y a la posibilidad de construir un mundo mejor”.
Afectada por hipertensión pulmonar desde hacía varios años, Boero murió a los 87 años el jueves 4 en su casa, luego de una larga agonía. Ya en 2000, cuando interpretaba El cerco de Leningrado, tuvieron que instalar un tubo de oxígeno detrás de escena, y en Versos rebeldes, la última obra en la que actuó en 2003, debía descansar cada pocos pasos. Con el ataúd cerrado, fue velada en Andamio 90, el cuarto teatro que fundó y donde ejercía la docencia. Ayer, a alrededor de las 10, el cortejo fúnebre pasó por el Teatro General San Martín donde se le celebró un homenaje. Su director, Kive Staiff, dijo un breve discurso ante la presencia de funcionarios como la ministra de Cultura porteña, Silvia Fajre. Desde allí, el féretro fue llevado al cementerio de la Chacarita, donde la despidieron con palabras emotivas Luciano Suardi, actor formado en su escuela; su par en la lucha por el teatro independiente Onofre Lovero; y el autor y director Darío Luchetta.
Unas mil personas pasaron los dos días de duelo entre alumnos, amigos y compañeros de trabajo: artistas como Alfredo Alcón, Graciela Dufau, Lydia Lamaison, Enrique Pinti, Teresa Parodi, Raúl Rizzo, Norma Pons, Claudio Quinteros, Claudio Tolcachir y Melina Petriella; políticos como el legislador Norberto Laporta y el ministro de Cultura de la Nación, José Nun; dramaturgos y directores como Ricardo Halac, Juan Carlos Gené, Tito Cossa, José María Paolantonio, Carlos Gorostiza y Osvaldo Bonet, entre otros que demostraron su afecto a esta gran figura, fundadora del Movimiento de Apoyo al Teatro (MATE) y Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1995.
Afectada por hipertensión pulmonar desde hacía varios años, Boero murió a los 87 años el jueves 4 en su casa, luego de una larga agonía.
Unica hija y madre de un solo hijo, tuvo dos nietos, Federico y Hugo, ambos músicos, que también le dieron bisnietos. “Desde los tres años, recuerdo que me llevaba de la mano al teatro. De tantos ensayos y actuaciones en los que la vi, me sabía de memoria Peer Gynt, de Ibsen, y Antígona, de Sófocles. Era –dice Samek– una madre cariñosa pero muy, muy exigente. Me enseñó a tener una mirada sincera, no mentirosa, de la vida.”
