Desde que puso fin al manejo de redacciones como las de The Boston Globe y The Washington Post, Martin Baron potenció el ser un referente periodístico que plantea con claridad su mirada sobre el futuro que él imagina de esa profesión, en base a su prolífica experiencia en medios. Antes de jubilarse en 2021, sumó premios Pulitzer logrados por equipos de investigación que él tuvo a cargo como editor.También compartió a su manera los premios Oscar ganados por Spotlight, película que relata la investigación sobre curas pederastas que publicó The Boston Globe; y fue quien como director ejecutivo recibió a Jeff Bezos cuando este compró The Washingotn Post.
En el marco del ciclo “Innovación, tecnología y periodismo”, que organizó Telecom, Martin Baron dio una conferencia en Buenos Aires, de las que PERFIL destaca algunos tópicos, como su visión de la inteligencia artificial, del algoritmo de Google, y de “cómo hacer una cena, un menú de degustación (de noticias)” para seducir a lectores, sobre todo jóvenes, que prefieren ver imágenes y videos, y que tienen poca paciencia para leer investigaciones o reportajes extensos.
¿Por qué 'Spotlight' es una película para quienes les gusta investigar?
Miente, miente... “Las luchas a las que nos enfrentamos parecen no tener límite (...)las prácticas tradicionales del periodismo sufren ataques constantes, y la democracia está en peligro”, fue el planteo de situación inicial de Martin Baron, en Buenos Aires. “Hay desafíos y amenazas para el periodismo de calidad (...) y no hay respuestas fáciles, ni garantía de soluciones. Tampoco yo las tengo... quizás mis ideas sean el puntapié inicial”.
La amenaza principal que Baron observa es la “incapacidad de la sociedad para ponerse de acuerdo sobre un conjunto compartido de hechos”. Y lo ejemplifica con un hecho que por su magnitud es perfecto: el asalto al Capitolio por parte de grupos violentos –en enero de 2020– alentados por un Donald Trump que no aceptó su derrota electoral y agitó que hubo fraude; algo que otra vez repite en la campaña presidencial 2024.
“Sabemos que Joe Biden ganó (...) Hubo intentos judiciales de impugnar los resultados oficiales que fracasaron; el Departamento de Justicia determinó que no hubo fraude significativo, y también lo hizo la agencia de seguridad cibernética del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos”, dice Baron. “Sin embargo, más de un tercio de los votantes registrados, y casi dos tercios de los republicanos creen que Biden no fue elegido legítimamente. ¿Por qué? Porque es lo que les dice, una y otra y otra vez, un expresidente que no soporta la idea de que la ciudadanía estadounidense haya votado para desalojarlo de la Casa Blanca; y porque cuenta con el apoyo de sus aliados mediáticos, en televisión, radio y en línea, que difunden esas mismas mentiras sin cesar”.
Inteligencia artificial, un arma de doble filo.
La segunda amenaza para el periodismo es un águila bicéfala, por un lado tiene sus bondades; por otro, puede hacer mucho daño. Y es la inteligencia artificial y las redes sociales. Estas tecnologías tienen “el poder para disfrazar y falsificar lo que consideramos realidad”, explica Baron. “Las redes sociales pueden ser manipuladas para influir en las elecciones, despertar pasiones, generar hostilidad contra las poblaciones marginadas y contra aquellos percibidos como ‘enemigos’. Pero el mayor desafío es la inteligencia artificial generativa”.
A la dificultad que hay y que habrá para detectar y refutar imágenes y videos falsos que se observarán como verdaderos se suma que se podrán “crear con facilidad y a bajo costo (...) y serán utilizados para obtener beneficios políticos, personales y comerciales. Es probable que personas y empresas malintencionadas se muevan con más rapidez que los organismos reguladores o los medios de comunicación” para desmontar esas fake news”, explica Martin Baron. Y deja claro que si bien agiliza ciertos procesos de escritura, “la inteligencia artificial no puede hacer periodismo; no puede verificar lo que es verdadero y lo que es falso, y es sumamente susceptible a la difusión de información errónea que recoge de fuentes poco confiables en internet”.
Google y su algoritmo, un karma para el periodismo
Google, un karma. Podría decirse que “el algoritmo de Google” es el karma del periodismo. “Estamos aterrorizados por cómo Google ahora ofrece respuestas de inteligencia artificial de manera directa, lo que quita valor a los enlaces a las historias y da como resultado el estrepitoso declive de tráfico a los sitios de noticias”, explicó Baron. “Y a esta situación se suma la pérdida de tráfico que se obtenía desde Facebook, que ha eliminado las noticias ‘de verdad’ de su feed de noticias. Los medios de comunicación deberán alejarse de lo que se ha convertido en una dependencia y, en muchos casos, una adicción al tráfico de los motores de búsqueda y las redes sociales”. Su propuesta a esta situación es la de “generar una base genuina de lectores, oyentes y espectadores leales que confíen en su marca, a quienes les guste lo que producen”.
Menú por pasos. El tiempo de lectura de noticias es cada vez menor, y si bien Baron rescata que se publiquen narraciones e investigaciones largas, habría que “dividirlas en secciones más pequeñas para ese tipo de lector que busca información así, y descubrir cómo convertir el plato principal de la cena en un menú de degustación. (...) Los consumidores de medios valoran cada vez más la brevedad, la instantaneidad, la movilidad, la flexibilidad y la autenticidad. No importa cuánto deseemos aquellos viejos tiempos del periodismo, los proveedores de noticias de calidad deben encontrar una manera de vivir con éxito en el mundo tal como es. Eso requerirá determinación, creatividad y agilidad incesantes”.