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en la otra orilla

Nicolás Caputo celebra la boda de su hija Sonia en restaurante top de Punta del Este

Con Macri, Juliana y varios ex funcionarios invitados, el empresario cierra La Huella para el festejo. En este lugar icónico de Uruguay, una vidriera para “ver y ser visto”, Caputo pone fin a las fiestas del verano con una importante convocatoria.

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Album. Martín Pitaluga (de lentes y barba entrecana) es uno de los dueños de La Huella. Este espacio de José Ignacio es un paso obligado para argentinos y turistas. | cedoc

El calendario marca el fin del verano el 21 de marzo pero podría decirse que “socialmente” culmina esta semana. Y en Punta del Este de eso no queda duda alguna. Y casualidad o no, la temporada 2020 –al menos para los argentinos– se clausura de la misma manera que como comenzó: con una boda.

Así en diciembre, en los días previos a la apertura formal de la temporada esteña, fue Roger Zaldívar, oftalmólogo mendocino como su famoso padre y su abuelo, quien celebró su casamiento con Enriqueta Márquez Alvarez de Toledo.

Y hoy domingo, a partir de las seis de la tarde, comienza la boda del fin del verano. Una celebración que por los anfitriones e invitados se ubicaría como “la fiesta del verano 2020”. El argentino Nicolás Caputo es el gran anfitrión de la boda de su hija Sonia con Santiago Giambruni. Y más allá de acompañar a la joven pareja, muchos ex funcionarios de la gestión de gobierno que culminó en diciembre de 2019 viajaron para sumarse a la celebración. Y por supuesto Mauricio Macri y Juliana Awada. Ellos están allá desde el viernes, alojados en la casa que en José Ignacio tiene Bruno Barbier, la ex pareja de Juliana.

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El resto de los invitados pisó Punta del Este ayer y para muchos de ellos, Caputo organizó  un agasajo informal: un “picnic” en La Escondida, un espacio que hace honor a su nombre por la discreción, ubicado a un par de kilómetros de la entrada al “pueblo” de José Ignacio.

Macri viaja a la boda de la hija de Nicolás Caputo en Punta del Este

Coincidencia. Si bien hay una diferencia temporal entre las bodas mencionadas, ambas tienen un detalle en común: se celebraron en La Huella. Un restaurante que abrió en José Ignacio en 2001 y desde entonces se instaló como “el lugar” de mucho más allá que el círculo rojo porque, lógicamente, es preexistente a esa caracterización ideada en el macrismo.

Durante varias temporadas, una marca de reconocible cocodrilo francés se agendó por años ser la que abrió los veranos con su fiesta. Y esa noche la pasarela de ingreso a La Huella servía como termómetro para trazar –al menos mediáticamente– el tono de la temporada.

Que el éxito es esquizofrénico es una obviedad. Por eso en las distintas entrevistas que dio en todos estos años Martín Pitaluga –el más mediático de sus dueños– siempre responde que no hay una clave para el éxito de La Huella, salvo dedicación, búsqueda de nuevas opciones y sobre todo trabajo en equipo. Un equipo que como puede verse en su cuenta de Instagram, es por demás numeroso. Por esa conjunción de factores y por su cualidad de haberse transformado en ícono de Uruguay, La Huella fue incluida como una de las “marca país”. Y una de las ponderaciones fue que se ha transformado en una parada obligatoria para todos los extranjeros que visitan Uruguay gracias a la calidad que ofrecen tanto en el servicio como en la gastronomía”. A eso podría sumarse que, en especial, para los argentinos que veranean allí, La Huella es el lugar para decir “presente, ya llegué”. Y también un ad hoc por demás atractivo para quien quiere dar un agasajo y mostrar cierto poder. En plena temporada es casi imposible que un invitado se ausente en una fiesta si esta se hace en La Huella.

Hacer un listado de fiestas y personajes que se cuentan entre clientes e invitados famosos de La Huella sería por demás extenso porque esa máxima de que “aunque sea una vez” hay que ir ahí la cumplen todos. “En cuanto a los famosos que vienen –dijo en enero último Martín Pitaluga al  diario uruguayo El País– no nos gusta hacer alarde de cholulismo, por eso no damos nombres. Pero los que están acá han venido todos y los cuidamos, porque algunos vienen desde hace mucho y son muy educados en general. Protegemos su privacidad y queremos que coman tranquilos”.

Para los que “sí o sí” quieren ser vistos –sean famosos o no–, la terraza de acceso y el primer salón es el lugar buscado. El resto y los habitués más discretos se distribuyen en  todo el restaurante. Obviamente, todas las mesas con vistas a La Brava de José Ignacio son las más buscadas.

Esta tarde a las 18, la boda de Sonia Caputo y Santiago Giambruni comenzará con una ceremonia en la Bajada de los Pescadores

Timing. Obviamante a veces hay que tener timing para hacer un gran festejo en La Huella. De hecho, en este verano exprés que tuvo Uruguay, un empresario argentino, Roemmers, tuvo algunas ausencias al festejo de cumpleaños que organizó allí hace poco más de dos semanas. Y es que varios de los que no faltaron a su megafiesta en 2018 pusieron horizonte en otras latitudes a fin de enero, y la ecuación monetaria para volver a Punta del Este solo para un cumpleaños no les cerró.

A dos orillas. Esto no sucederá con la boda de la hija de Nicolás Caputo, cuyas invitaciones se mandaron con lógica antelación. Además, para muchos fue una excelente excusa para aprovechar un fin de semana extralargo en Punta del Este.

Esta tarde a las 18, la boda de Sonia Caputo y Santiago Giambruni comenzará con una ceremonia en la Bajada de los Pescadores (de José Ignacio) para así aprovechar el atardecer a pleno, y de allí todos los invitados festejan –y cierran el verano– en La Huella.