La historia de Virus es la de un grupo de hermanos y amigos que enfrentó los embates de la vida y de la muerte con dedicada diversión y locura. En 1977 un grupo de tareas secuestró a Jorge Moura y fue en ese ámbito, que unos años después, la banda formó Virus. Una respuesta al dolor, motivada por el amor a la música y la voluntad de avanzar unidos hacia el sueño de dedicarse a la música. El resto de la historia es conocida, y sus núcleos narrativos incluyen éxitos, la consolidación de un sonido que significó una renovación del sonido argentino y la muerte del otro hermano, Federico.
Pero Virus siguió, de la mano de Marcelo y Julio y con las idas y venidas de Mario Serra. El viernes por la noche, las tres leyendas vivas brillaron en un Movistar Arena totalmente lleno. Sin demagogia, con mínimas interpelaciones al público, Virus se dedicó a recorrer las canciones que los catapultaron a la fama mundial, con una solidez envidiable. Con protagonismo de los teclados y las guitarras, la banda cabalgó sus hits, guiados por el impecable ritmo de Serra.
De Federico García Lorca a Federico Moura.
Como un guiño al pasado, que es también una forma de abrazar el estado de la propia nostalgia, Federico Moura también se hizo presente. Su primera aparición fue en “Encuentro en el río”, esa suerte de carta de despedida que Federico cantó para sus fans: “Por los parlantes te iré a buscar”, decía, premonitoriamente. Detrás de la banda y en la pantalla gigante, se proyectó el videoclip y la pista disparó la voz del eterno vocalista que se encontró con su público, tantos años después. La operación se repitió en “Amor Descartable” con la pantalla partida en tres, mostró a los tres hermanos unidos por un montaje en blanco y negro. El grado metafórico también resultó conmovedor y permitió imaginar que la decisión de volver a evocar a Federico en el gran éxito del disco “Relax” no fue una decisión azarosa, ya que el conocido comienzo de la primera estrofa lamenta: “Encontrarte en algún lugar/aunque sea muy tarde”.
Siempre sensuales, cancheros con sus instrumentos y dispuestos a rockear para siempre, Virus ofrendó un show completo, de casi treinta canciones. Julio y Marcelo se alternaban en el canto principal, aportando texturas innovadoras para quien no haya visto antes un espectáculo de esta formación. Porque la experiencia en vivo dista mucho de las grabaciones, que forman parte del acervo popular. Con dos cantantes de esa índole, las texturas armónicas de los coros amplifican las melodías: las canciones renacen y vuelven a conmover, desde otro lugar.
Hacia el final del espectáculo, Marcelo Moura estiraba, explicitando así una dificultad que a veces se naturaliza. “Me duele el nervio asiático (sic)”, se lamentaba irónicamente. Entre las risas del público, ese tipo de chistes eran un efectivo alivio cómico antes de que la tensión rockera volviera a explotar. “No saben lo que significa esto para nosotros”, fue uno de los últimos comentarios de Marcelo Moura antes de dar fin al espectáculo. Sucinto pero no insensible, era visible que la demostración de afecto del público fue desbordante: a gran sala llena, los Virus volvieron a demostrar que están tan vivos como siempre y, particularmente en un gran momento.
