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El regreso de los ferrocarriles, un freno a la decadencia argentina

El politólogo José Nun analizó las ventajas que presenta este medio de transporte, al que el único obstáculo que se interpone es la figura de Hugo Moyano, y el Sindicato de Camioneros.

Hablemos de lo que no se habla. Son muy pocos los cambios específicos que se están proponiendo para poner freno a la decadencia argentina.

 Y hay uno que me parece muy importante, que ni siquiera figura actualmente en la agenda. Hablo de los ferrocarriles. A comienzos del siglo XX, Argentina se enorgullecía de tener la décima red ferroviaria más extensa del mundo. A lo largo de los años, esta red fue sufriendo mermas por disminución de las inversiones tanto inglesas como francesas. Hasta llegar a un momento culminante que se llamó Carlos Menem. Carlos Menem procedió a privatizar los ferrocarriles que había nacionalizado Perón, pero previamente liquidó dos tercios de las vías ferroviarias y dejó a 800 pueblos de la provincia de Buenos Aires incomunicados y luego abandonados. Quiero señalar algunos datos porque esta situación continúa hasta hoy.

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Una locomotora tira vagones cuya carga equivale a la de 50 camiones. No solamente esto, sino que al hacerlo consume tres veces y media menos combustibles que un camión. A la vez, el costo es de la mitad y el 50 por ciento del costo que tiene un camión. Y la contaminación es 30 veces más baja. Claro que la figura que aquí se interpone en la figura de Hugo Moyano y el Sindicato de Camioneros, a quien el Presidente acaba de distinguir como dirigente ejemplar que lucha por los suyos y que no debe ceder.

No por casualidad Estados Unidos o Alemania transportan el 80 por ciento de sus cargas a través de los ferrocarriles. Nosotros apenas un 7 8 por ciento. No hablemos de los trenes de pasajeros, no tenemos vías rápidas de alta velocidad, ni siquiera para conectar Buenos Aires con Rosario o con Córdoba, y esto tiene un enorme costo además para las exportaciones. De este tema, vale la pena ocuparse.