La envidia tiene incidencia en que una sociedad no pueda tener una comunidad sana. Esto quiere decir, que los lazos, los vínculos, las relaciones, en el conjunto que la conforman no tengan lugar para la amistad, la alianza y la sinergia, que permite poder crecer y desarrollarse, y por supuesto, convertirse en una alternativa mucho más superadora, y promisoria de lo que era.
Me refiero a la envidia. Vemos en muchas clases medias urbanas, un sentimiento que está necesitando de una reflexión para poder superarlo y una interpretación para poder disolverlo.
La definiría como un problema que tiene un sujeto que no puede tolerar que a él le falte, lo que el otro tiene. Y por lo tanto, pone su energía no tanto en aprender aquello que al otro le permitió tener lo que tiene, para utilizarlo en su propio mundo, sino en ver como puede agredir, destruir, difamar, a quien lo tiene. Como puede menospreciar, bajar y condenar a ése individuo y su obra. La envidia impide la admiración.
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Este sentimiento parte de una inseguridad que lleva a una autoestima baja, que le impide competir porque siente que va a perder. Entonces prefiere difamar y destruir a aquel que sí ha tenido el coraje, las ganas, y la inteligencia para tener lo que tiene.
Por lo tanto, la envidia impide admirar. Porque cuando uno admira, le viene curiosidad. Si un individuo tiene algo, en lugar de condenarlo, me pregunto como lo consiguió. Eso me lleva curiosamente a aprender de ese individuo y esa situación. Y cuando aprendo puedo tener yo también mi propia cosecha.
La admiración que despierta la curiosidad es un aliado del aprendizaje y de la posibilidad de crecimiento personal. Por eso la capacidad de una comunidad de crecer, es que aquellos que la integren se tengan la suficiente valoración recíproca y admiración, para aprender entre ellos y crecer en conjunto.