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Análisis

La lógica de la relación entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner

Los esfuerzos de Alberto Fernández por no confrontar con su socia mayoritaria y sus continuos ejercicios sofistas para justificar a sus aliados dan cuenta de que el presidente reconoce como llegó al poder.

Hay votantes y no votantes de Alberto Fernández que comenzaron a añorar un pasado que nunca existió. Como dice el poeta: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.  Ese pasado inexistente imagina que el presidente es el líder indiscutido del frente electoral que ganó las elecciones y, que como tal, puede hacer lo que quiera con el Gobierno.

La mala noticia es que eso jamás ocurrió. Lo que sí pasó es que Fernández fue la cabeza de lista de una alianza en la que su vicepresidente fue quien lo designó y quien sumó el mayor caudal de votos para alcanzar el triunfo. 

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Quienes se indignan incluso dentro del albertismo por la constante cesión de ministerios o puestos clave a dirigentes cristinistas o porque intenta conciliar con Cristina las estrategias políticas, no toman en cuenta esta realidad. ¿Qué otra cosa se imaginaban que iba a pasar? ¿Qué en estos 10 meses Alberto terminaría reemplazando con funcionarios propios a los que designó la socia mayoritaria del espacio?

La oposición también parece negar esa realidad aunque, en su caso, la desmemoria puede funcionar como una herramienta política. Desconocer que el presidente es solo parte de una coalición liderada por el cristinismo les sirve para remarcar a cada paso la idea de un mandatario "chirolita", títere de la ex presidenta.

Los continuos ejercicios sofistas del presidente para justificar a sus aliados dan cuenta de que el presidente reconoce como llegó al poder. 

Los esfuerzos de Alberto Fernández por no confrontar con su socia mayoritaria y sus continuos ejercicios sofistas para justificar a todos sus aliados dan cuenta de los límites de su poder y es una forma de aceptar cómo llegó a donde llegó. Sobre esto no hay dudas.

La duda, la verdadera duda es si la gestión de esta primera alianza multiperonista de poder dará resultado o si las tensiones de la convivencia, la pandemia y esta crisis económica obligarán al presidente a repensar la construcción de su poder. En ese caso, imaginamos que no se tratará de un rato de amnesia, de haberse olvidado de repente de dónde vino, sino de una necesidad concreta de supervivencia política que lo lleve a barajar y dar de nuevo.