No hay tregua y Leópolis, la ciudad situada al oeste de Ucrania, fue blanco de una ola de misiles rusos contra más de 30 edificios que dejó cuatro muertos y 37 heridos. Fue el ataque más destructivo contra los civiles de esa región cercana a Polonia desde el comienzo de la guerra.
En ese contexto, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski criticó la lenta entrega de armas occidentales, que a su criterio le permitió a Rusia fortalecer su defensa.
A casi 500 días del conflicto así se movió la fuerza ucraniana. Zelenski llegó a Bulgaria, donde habló con las máximas autoridades antes de una importante cumbre de la OTAN en la capital de Lituania.
Según Rusia, Kiev quiere involucrar a más países en el conflicto. En tanto el jefe del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, se encuentra todavía en Rusia, dijo el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, país al que debía trasladarse según lo acordado con el Kremlin tras su fallida rebelión el mes pasado.
"No creo que Wagner se rebele y dirija sus armas contra el Estado bielorruso", dijo Lukashenko.
Durante varias horas, los combatientes paramilitares ocuparon un cuartel general del ejército ruso en Rostov del Don y emprendieron la marcha hacia Moscú.
El motín terminó en la noche del 24 de junio con un acuerdo que contemplaba la salida hacia Bielorrusia de Prigozhin, quien aseguró que no buscaba tumbar al poder, sino evitar el desmantelamiento de Wagner. Sin embargo, su ubicación es desconocida y no ha hablado públicamente desde el 26 de junio.