SALUD
Cura solar

Cómo eran los extraños hospitales giratorios y dónde está el único que sigue en pie

Antes de que la exposición al Sol fuera considerada peligrosa, estos edificios-artefacto atraían como una solución para algunas enfermedades complicadas

Hospital giratorio
Hospital giratorio | Archivo

Cuando hay algo que da vueltas con gente encima lo asociamos con la diversión; una atracción mecánica, o una confitería giratoria, puede ser también. Pero unas extrañas instalaciones que se montaron en los años '30 del siglo pasado no tenían nada que ver con la excitación del juego, sino con todo lo contrario: la ilusión de reponerse de algunas enfermedades complicadas.

Al menos era así en la visión de un radiólogo rumano nacionalizado francés llamado Jean Saidman, creyente fervoroso de que los males como la tuberculosis o el raquitismo podían sanarse con la exposición prolongada al Sol.

Y al Sol, pensaba el doctor Saidman, había que perseguirlo. Así que craneó un emprendimiento revolucionario en la zona montañosa de Aix-les- Bains: construir un hospital que rotara 360 grados para que los pacientes pudieran tener el mejor posicionamiento durante la mayor parte del día aprovechable.

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Había defendido en su tesis doctoral el uso de la actinoterapia, es decir la radiación ultravioleta, infrarroja o de rayos X para el tratamiento de las enfermedades. El planteo incluía ls solución práctica: el hospital giratorio. Con mentalidad marketinera, buscó una localidad que ya era famosa por un rubro afín, el de la aguas termales. A Aix-les-Bains llegaban personas de dinero para aliviarse del reuma y la artrosis.

Jean Saidman
El radiólogo Jean Saidman

Consiguió un arquitecto y la plata para encarar el proyecto. Y pudo levantar el anhelado edificio categorizado como "solarium regulable para helioterapia y actinoterapia", en las colinas de la localidad cercana a la frontera con Suiza.

Las fotos muestran una estructura realmente extraña, como de un molino con un aspa acostada, o que le amputaron la otra. La base, de cierto estilo pintoresquista, parece la parte superior de un iglesia hundida. Pero arriba no hay una cruz, sino lo que el escritor y arquitecto español Pedro Torrijos llama "el cacharro": una estructura de 25 metros de largo por 6 de ancho y 80 toneladas de peso .

Hospital giratorio paciente

A primera vista, el conjunto da miedo, con sus dos partes diferentes que parecen unidas por alguna razón inmotivada. Cuando conocemos la función, entendemos un poco mejor. En la edificación de abajo, de 12 metros de alto, estaban los consultorios y la sala de rayos X. Arriba, en el "cacharro", las habitaciones de los pacientes, que eran 10, repartidas en las dos alas. Para poder seguir todo el tiempo al Sol, un motor hacía girar la estructura cada 15 minutos. Si había un corte de luz, un operario la movía con una manivela

No era solo tiempo de exposición, sino la intensidad de radiación. Las salas tenían lámparas UVA, camas basculantes que garantizaban la orientación ideal y, además, vidrios que funcionaban como lentes de aumento. El objetivo era, en resumen, achicharrarse con fines curativos.

Cabinas hospital giratorio

"La superficie total permite captar considerables cantidades de rayos ultravioletas invisibles, con una potencia luminosa equivalente a más de 5 millones de velas", con una apreciable energía calorífica", detalló el doctor Saidman en la presentación de la novedad.

Eran otros tiempos y la relación entre la exposición solar y el cáncer de piel no se veía con el grado de riesgo actual, así que el sanatorio del doctor Saidman fue un suceso comercial y el edificio se transformó en una fija en las postales turísticas de Aix-les-Bains.

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Como en aquellos hospitales de altura como el que perpetuó Thomas Mann en La Montaña Mágica, en estos sanatorios de fototerapia las estadías solían ser largas. Económicamente no eran para cualquiera. Para quienes carecían de recursos, la alternativa estaba en el l´Institut d´actinologia fundado en París en 1925, donde recibían el tratamiento en unas playas artificiales bajo techo. Fotos de la época muestran a los chicos jugando o haciendo actividad física en la arena, todos con anteojos negros, mientras eran sometidos a la acción de lámparas de rayos infrarrojo y ultravioleta.

El doctor Saidman soñó con instalar una especie de villa rural con decenas de plataformas. Una especie de gran parque solar médico. Una extensa "Actinópolis".

No llegó a tanto, pero hubo dos hospitales giratorios más. El que abrió en 1935 en la localidad francesa de Vallauiris funcionó unos pocos años. Por problemas de gestión y políticos el impulsor fue invitado a dejar la zona y la instalación fue desmantelada en 1942. El tercer hospital del doctor Saidman estaba bastante más lejos.

Hospitales giratorios: dónde está el único que sigue en pie

La Segunda Guerra mundial y los avances en la medicina cambiaron el panorama y empezaron a marcar la decadencia de esta idea de los hospitales giratorios. Saidman murió en Aix-les-Bains en 1949, de un infarto. Según cuente el sitio solariumtournant, la esposa trató de continuar con la obra, pero sin el impulso del precursor, al año siguiente el solarium pionero ya estaba cerrado. En 1965, los hijos se desprendieron del predio. En el acta de venta figuraba que los nuevos dueños se comprometían a desmontar el ediificio-artefacto.

Quedan como vestigios la cerca y los portones, que pueden ser descubiertos en una búsqueda con el Street View.

Hospital giratorio

Sin embargo, si alguien está interesado en ver un hospital giratorio en vivo, eso es posible en la actualidad. Debe trasladarse hasta la ciudad india de Jamnagar. Ahí está el único que queda en pie, aunque ya no gira.

Este solarium en la India fue encargado por el Maharaj Ranjit Singh, en 1934, hace 90 años. A semejanza del original, la plataforma equipada con vidrios belgas giraba 360 grados buscando el Sol. Atendía bajo el nombre de Insituto Rajit de radioterapia. A los pacientes hasta les permitían alojarse con sus familias.

Hospital giratorio

La instalación tiene algo más de 12 metros de altura, con 10 cabinas de 4x3. Ajustaba su posición cada 10 minutos. Incluía un observatorio para seguir al detalle los movimientos del Sol.

La falta de provisión de los vidrios concentradores y el cambio de perspectiva sobre los efectos y los riesgos del tratamiento marcaron el ocaso. La última terapia fue en 1996 y hoy el edificio, no tan atractivo a la vista como el original, pero, al fin y al cabo, el único sobreviviente, atrae a los turistas con su historia de otro tiempo y otro mundo.

 

LT