Muchas de las ventanas de las torres de la cité Pablo Picasso tienen forma de gota de agua. También podrían ser unas lágrimas con la dirección alterada por el viento.
El complejo fue el epicentro, o la “zona cero”, de los disturbios en Francia. Era el barrio donde vivía de Nahel, el joven de 17 años asesinado por un policía.
Son 18 torres de una arquitectura muy particular, patrimonio del siglo XX. Son feas o son hermosas: difícil el término medio. Las llaman las torres Aillaud, por el arquitecto que las diseñó. También, las “torres nube” por el color y la forma ondulada que surge al estar compuestas por varios cilindros.
Vistas desde arriba parecen flores dibujadas por una mano un poco torpe. Las más altas tienen 105 metroso y hay otras de 50. Son 18 torres que suman, en total 1607 departamentos.
Un proyecto emblemático
“Fue un proyecto emblemático del urbanismo democrático de los años 70”, resume Thibault Tellier, especialista en historia urbana, profesor del Instituto de Estudios Políticos de Rennes, en declaraciones a L'edition du soir.
Las torres fueron construida entre 1973 y 1981 por Emile Aillaud. Edificios modernos y estéticos -o artísticos, directamente-, destinados a la clase trabajadora, bajo el concepto de que “la calidad de la arquitectura no debe estar reservada para las clases altas”.
El tamaño de los departamentos, la vista espectacular, la cercanía con el parque André Malraux y la buena conexión con el centro de París sumaban condiciones ventajosas de vida y alojamiento.
Pero las crisis de mitad de los años 70 rompió con el sueño. “En el barrio obrero, comunista e industrial, la degradación creció rápidamente. Los habitantes, que trabajaban mayoritariamente en la industria automotriz, pasaron a ser desocupados”, relató el especialista Tellier.
Cuarenta años más tarde la situación no está mucho mejor. Entre los jóvenes, la tasa de desempleo ronda el 20 %, 5 puntos más que la media nacional.
Pero la situación puede cambiar con un proyecto que está en marcha, a cargo de la Agencia Nacional de Renovación Urbana. En la web oficial del municipio de Nanterre explican que de las 18 torres, una será demolida para extender la avenida Pablo Picasso. La mayoría, 11, se van a mantener como viviendas sociales. Y en las otras 6 habrá oficinas públicas y privadas. El objetivo es aportarle “diversidad” al barrio.
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Entre los vecinos hay dudas. “Ya estamos mezclados. Hay mucha gente de orígenes diferentes aquí ¿Qué quieren traer, elefantes?”, se queja Fátima Gazal, una jubilada de 74 años que vive en una de las torres desde 1978. Fue testigo de la decadencia edilicia. Después de décadas de carencias de mantenimiento se acostumbró a los ascensores rotos y los problemas por los caños podridos.
Una de las reformas será “envolver” las fachadas con un recubrimiento de acero inoxidable, para mejorar la aislación térmica y sonora, uno de los grandes problemas del complejo. En marzo de este año se colocaron las primeras placas. Las torres, según las imágenes que muestra el municipio, quedaran como unos gigantes rollos de papel metalizado, perforados por las ventanas con forma de gotas que se alternan con otras cuadradas.
“Si las torres solo se renuevan de afuera no será suficiente”, Ilâche Fatima Dadi, otra vecina, a LesEchos. Vive en un piso 8 de una de las torres altas y hace años que reniega con el inodoro tapado y los desbordes que inundan los departamentos.
Un escenario con historia de protestas
La cité Pablo Picasso está cerca de La Défense, distrito financiero de París y sede de grandes empresas. Las protestas y las escenas de los autos quemados fueron constantes durante los días de la revuelta por el asesinato de Nahel, un repartidor de 17 años acribillado por un policía cuando intentaba esquivar un control.
Los jóvenes del barrio “se sienten franceses y apoyan a la selección de fútbol francesa pero notan un trato discriminatorio”, opina Ahmed, de 52 años, hijo argelinos, entrevistado por La Vanguardia. Según Ahmed, el barrio no es especialmente inseguro, aunque reconoce que hay tráfico de drogas. “Puedes salir de noche con tu mujer y tus hijos sin temer por tu vida”, resume.
Una historia como escenario de revueltas
Nanterre queda al oeste de la capital y también fue escenario de la revuelta legendaria de mayo de 1968. La explicación en ese caso fue que en su universidad estudiaba Daniel Cohn-Bendit, “Dany el Rojo”, referente del movimiento.
La Vanguardia contó la historia de Patrick, un participante de las marchas en Nanterre, que en en el Mayo Francés, cuando tenía 18 años, estuvo en la fábrica ocupada donde trabajaba el padre.
Lo que está pasando en este momento, dice Patrick, con la autoridad de haber estado de cuerpo presente en las dos ocasiones, es muy diferente: “Aquello fue una huelga obrera masiva y no tanto una rebelión estudiantil. Y lo de ahora es un expresión de desarraigo de los barrios populares”.
Ilâche, la vecina del octavo piso, cuenta que cuando se instaló en el barrio, hace 22 años, tenía miedo de perderse. Pero que ahora está bien. Solo faltaría, dice, que los edificios tuvieran un mantenimiento mejor. Y balcones. Pero eso no está previsto en la renovación.