El liderazgo político femenino que aparentemente colaboró con el éxito que tuvieron algunos países para gerenciar la pandemia del coronavirus, no explica el “milagro africano”: 1200 millones de habitantes y sólo 44.000 infectados. ¿Qué pasa en Africa?
El lunes pasado, el periódico The Washington Post publicó en sus redes un video en el que edita los dichos “in progress” de Donald Trump a medida que la pandemia se acercaba a Estados Unidos. Así, el 30 de enero comentaba: “en este país tenemos un problema muy chiquito, 5 casos”, pero eran ocho. El 28 de febrero ya tenían 42 fallecidos, pero el presidente aventuraba que “por lejos no tenían ninguna”. El 10 de marzo anunciaba 26 fallecidos, y ya sumaban 136. Así siguiendo, la estrategia comunicacional del presidente de Estados Unidos (ver el video que acompaña esta nota) se llevó todas las críticas.
En las antípodas, al día siguiente, el martes pasado CNN divulgó otro material audiovisual en el que sostenía que “la nueva heroína de Corea del Sur es la Jefa de médicos y arquitecta de los tests nacionales de rastreo y aislamiento”, que fueron envidia y modelo del resto del mundo. Y elogiaba la labor que desarrollaron la finlandesa Sanna Marin, la alemana Angela Merkel, la neozelandesa Jacinda Ardern y la taiwanesa Tsai Ing-Wen, cada una en su propio país.
Aunque sus políticas sanitarias variaron, “a medida que las cifras de muertos aumentaban, no intentaron desestimar el virus considerándolo una trampa, o incluso alardeando de darle la mano a las víctimas de coronavirus en la visita a un hospital. Estas líderes, en cambio, comunicaron duramente mensajes del tipo 'quédese en casa, manténgase vivo', combinados con empatía, calma, competencia y trabajo fuerte. Y siempre priorizando la ciencia a la política”, sostiene CNN en la voz de Christiane Amanpour.
Es decir, ambos trabajos atan al marketing el éxito o el fracaso en la lucha contra la pandemia. Sin embargo, los analistas de imagen poco podrían decir del “milagro africano”.
Africa sólo registra el 1,2% de casos totales de coronavirus y sin embargo concentra el 17% de la población mundial, según el informe que hizo circular el Centro Africano de Control y de Prevención de Enfermedades (Africa CDC) el lunes pasado. Para dar más detalles, el organismo informó 44 034 contaminaciones y 1.788 muertes (0,7 %). Es decir: pocos casos si se consideran los 1.200 millones de población de los 55 países que componen el continente.
Además, no se podría aducir que sus políticas estén vinculadas al liderazgo femenino, ya que sólo un país en todo el continente –Liberia- estuvo gobernado hasta 2018 por una mujer, Ellen Johnson-Sirleaf, quien -es legítimo decirlo- recibió un Premio Nobel de la Paz y participó en la Comisión Internacional de Investigación del Genocidio en Ruanda.
En la nota publicada por el periódico francés Le Monde, el 5 de mayo, el periodista Frédéric Bobin analiza porqué Africa resiste mejor que el resto del mundo el embate del coronavirus SARS-Cov2.
Y arrancó tratando de entender por qué todavía no se produjo el desastre tan anunciado. Las cifras africanas son mucho mejores que las que muestran Europa o Estados Unidos, a pesar de que desde el comienzo de la pandemia el mal llamado “continente negro o el continente más pobre del mundo” tuvo que oír una ola de predicciones fatídicas, Incluso a mediados de abril, un informe de la comisión económica de la Unión Africana vaticinaba 300.000 muertes aún cuando el continente adoptara medidas de máxima seguridad. “Hasta hoy esa hecatombe no se ha producido”, subraya Yap Boum, epidemiólogo y representante regional de Médicos sin Fronteras (MSF). "Por el momento, estamos sorprendidos y también satisfechos de ver cómo la epidemia evoluciona”. “Africa no conoce, en todo caso, por ahora, la explosión que se ha predicho sobre la base de los modelos en vigor en Europa”, suma Elisabeth Carniel, directora del Centre Pasteur de Camerún en la entrevista concedida a Le Monde.
Sin embargo, la situación no está para descorchar, porque la progresión de casos aumenta 40% por semana y la zona más afectada es Afríca del Norte, con 38% del total del continente y un alto porcentaje de fallecidos (62%). Por otra parte, todos aguardan expectantes el comienzo del invierno, sobre todo en Africa del Sur, porque desconocen qué sorpresas les traerá la unión de tres palabras: bajas temperaturas, covid-19 y enfermos de VIH.
¿Podría ser que las cifras africanas estén desinfladas? La escasa disponibilidad de tests (según datos de la Organización Mundial de la Salud, sólo hay 9 por cada 10.000 habitantes, mientras que en Italia hay 200) aleja de las estadísticas a buena parte de la población, sobre todo a la juventud generalmente asintomática. “Muchos casos no han sido diagnosticados”, admitió John Nkengasong, presidente de Africa CDC. Con o sin tests, el registro diario de muertes por la pandemia debería conocerse. “No observamos un desborde de las estructuras sanitarias en los 45 países en donde trabajamos, señala a Bobin Isabelle Defourny, directora de operaciones de Médicos Sin Fronteras.
Entonces, a qué se debe el “milagro” africano: desde el comienzo de la crisis, “fue menor la inserción de Africa a la mobilidad internacional de personas y eso retardó la llegada de la epidemia”, adelanta Angele Mendy, socióloga especializada en salud africana.
Pero lo más difícil de entender es la respuesta de Etiopía a la pandemia. Mientras desde el aeropuerto Roissy-Charles-de-Gaulle de París partían 12 vuelos diarios a China, desde la capital etíope se mantuvieron los casi 1300 vuelos anuales que Ethiopian Airlines comercializa con China. Sin embargo, la nación africana solo registró 140 contagios. A pesar de las muchas críticas que recibió el país por esta decisión, la mantuvo por cuestiones básicamente ecnómicas: China le había prestado US$ 363 millones para triplicar el tamaño del aeropuerto internacional de Adis Abeba.
Y, a falta de líderes femeninas, el segundo vector que debe mirarse para comprender la supervivencia africana al covid-19 es la juventud. Africa fue el origen de la humanidad y, a la vez, es hoy la región más joven del planeta, con una edad promedio de menos de 19,7 años, muy inferior a los 42,5 años de los europeos. Aunque el crecimiento de la población es bastante bajo en algunos países, en otros como Nigeria y Uganda aumenta en promedio 2% cada año. El 41% de la población del continente tiene menos de 15 años.
Por otra parte, la tasa de mortalidad que provoca el coronavirus en Africa es de 4,4%, bastante inferior a la media mundial, 6,9%. Es decir, además de liderazgos y confinamientos, hay otras voces alternativas que merecen ser oídas, aun cuando atemoricen. “Acostumbrada a la supervivencia postcolonial, Africa aparentemente dejará circular el virus para enfrentarlo mediante la inmunidad de grupo, para evitar el riesgo de la precariedad económica”, opina Abdourahmane Seck, antropólogo afiliado de la Universidad Gaston-Berger de Saint-Louis, en Senegal.
Africa abre entonces un sinfín de interrogantes que tal vez la inmunología y los epistemólogos deberían comenzar a responder.
MM / DS