La experiencia con pacientes demuestra que aunque un diabético no haya comido durante más de 15 horas, puede tener una glucosa en sangre arriba de lo normal por haber pasado una situación de angustia, ira o ansiedad. Esto tiene una explicación hormonal muy clara: cada vez que nos ponemos nerviosos sube un neuroquímico llamado adrenalina, y esta sustancia estimula directamente la glándula suprarrenal aumentando el cortisol. Estas dos sustancias normalmente suben el azúcar en la sangre, sacándola del hígado, y así se producirá un cuadro de hiperglucemia en un diabético.
El tratamiento de un diabético, lo mismo que el de un obeso, se basa en la relación médico paciente. Si se establece un equipo de trabajo, cada una de las partes responde con el 50% de la tarea y, por tal motivo, es preciso el pleno compromiso del paciente con el procedimiento. Muchos pacientes llegan a autocontrolarse y, con el tiempo, son sus propios médicos y solo acuden al profesional para actualizar los tratamientos. En este punto, cabe destacar que es fundamental el control emocional para que un paciente logre la autodependencia.
