SOCIEDAD
ordenes de alejamiento ante robos reiterados

Analizan si es posible aplicar la norma ‘antipungas’ de Barcelona

Expertos evalúan la medida implementada por la policía y la Justicia de esa provincia española. Redujeron los hechos el 30%.

Problema. Los hurtos y arrebatos son moneda corriente en vagones y andenes del subte porteño.
| Cedoc Perfil

En Barcelona, quien cometa un delito en el subte no podrá volver a circular por ahí. Así lo determinan las órdenes de alejamiento que la policía y la Justicia imponen a quienes son atrapados –en más de una oportunidad– robando. Desde su aplicación, en 2013, se dictó casi una veintena de órdenes (que sólo se aplican en robos de más de 400 euros), y aseguran que lograron reducirlos entre 20 y 30%.

“Es un elemento disuasorio”, explica a PERFIL el inspector jefe de la policía de Barcelona, Pere Guillén. La idea surgió como una medida para combatir a las bandas organizadas que operan donde hay aglomeración de gente, sobre todo turistas. “En 2006 creamos un grupo dentro del área de Investigación Criminal, para que las personas que trabajan con los grandes delitos lo haga también con los pequeños delincuentes”, agrega Guillen, a cargo del área. Desde allí, empezaron a realizar un seguimiento a aquellas personas que robaban y presentaban una reincidencia. Por ahora, la Justicia dictó 18 órdenes de alejamiento, que van de uno a cinco años.

“Se venían imponiendo multas, pero la gente volvía a robar”, sostiene por su parte el portavoz de la Fiscalía de Barcelona, José Miguel Company, refiriéndose a los casos en los que se cometen faltas más leves. En esos casos, para ser juzgado con las órdenes de alejamiento, la persona debe haber pasado por la comisaría entre quince y veinte veces. “Llevamos los casos a la fiscalía y aplicamos el seguimiento, para demostrar que es una persona que ya fue detenida e identificada, y que utiliza el metro no como un medio de transporte, sino como un lugar para ir a delinquir”, argumenta Guillen.

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La pregunta es si este tipo de medida puede aplicarse en ciudades como Buenos Aires. Lo primero que sostienen los especialistas consultados es que, a diferencia de Barcelona, lo que determina qué es delito en el Código Penal local es la conducta y no el monto robado.

Cuando se detiene a alguien robando en el subte, primero se averigua si tiene antecedentes u órdenes de captura, y en caso de que no, el juez lo libera. Cuando se lo llama a declarar, el tiempo transcurrido suele ser tan extenso que nada impide que esa persona pueda volver a delinquir. Y rara vez quedan detenidos.

“Habría que modificar el Código Penal y crear una figura donde, aparte de la pena privativa seguida de encarcelación, hubiera algún tipo de restricción de acercamiento de esas personas. Hoy no la hay”, explica el subjefe de la Policía Metropolitana, Ricardo Pedace, fuerza que hace pocas semanas desembarcó en el subte con 200 oficiales, tras los tironeos entre los gobiernos nacional y porteño por la seguridad. El grupo preparado para custodiar las estaciones de subte y premetro –que ahora lo hace junto a Policía Federal y seguridad privada– contará en un futuro con 500 efectivos. Además, operan el control de las cámaras en las estaciones y pasillos.

Desde la asociación “Pungas en el subte” creen que lo más importante es la participación ciudadana como primer paso para combatir este tipo de delito. “Instamos a que la gente haga las denuncias y se presente como testigo, así hay más posibilidad de agarrar a quien roba”, dice Osvaldo, responsable de la página. Ellos presentaron un proyecto similar al de Barcelona, pero no avanzó. “En la línea H no hay robos, porque la visibilidad que tiene un andén desde arriba hace que exista una pequeña disuasión, lo mismo en la línea D”. Para ellos, “acá hay un montón de bandas”, y donde más operan es en la línea C. Ahora dicen que hay menos robos “porque se fueron al Mundial”